El valor de las virtudes humanas. El Pudor

11.- El Pudor

Es el hábito de conducirse con entereza y firmeza, tanto de palabras, acciones y actitudes, para evitar la excitación sensual o sexual de otras personas con quienes no hay vínculos o intenciones exclusivamente matrimoniales.

El Pudor es una virtud hermana de la TEMPLANZA. Su ausencia tiene la característica muy especial de crear en personas totalmente ajenas, vicios de la más amplia gama de degeneraciones lujuriosas. De hecho, el primer paso a la infidelidad matrimonial es la falta de pudor. (Ver en esta sección el artículo sobre la Fidelidad publicado el 7/12/17)

Uno de los enemigos más asiduos del Pudor es la llamada “moda” en el vestir, hablar y obrar; en la actualidad hay personas pudorosas que reprimen esta virtud en aras de no ser consideradas obsoletas.

Desafortunadamente, en la actualidad la pornografía se ha extendido por casi todo el planeta y tenemos personas que, por dinero o por “fama”, permiten que se exhiban públicamente sus partes íntimas en actitudes sensuales o actos sexuales, que a su vez generan una mayor degeneración, que ha llegado al infame delito de fabricar y comprar pornografía infantil.

Por otro lado, una interesantísima cualidad del Pudor es que, combinado con las virtudes de la Humildad y de la Castidad, llega a un grado SUBLIME. Veamos:

Una persona que tiene la Humildad de reconocer que no puede dedicar el 100% de su vida a formar una familia (como debe ser) y a la vez el 100% de su vida a servir al prójimo, en especial a los necesitados, debe decidir por una opción, y si decide servir al prójimo, debe permanecer Casto para no tener cónyuge ni hijos; entonces, permanece soltero(a) o célibe. Por ejemplo Santa Tersa de Calcuta.

Pero no sólo nos debemos referir a Sacerdotes y Monjas católicos; existen en todas las religiones, y también en la vida civil, célibes con fundamento, tales como ese pariente que mantiene y cuida el resto de su vida al padre, la madre, un hermano, etc., con algún padecimiento crónico paralizante o inhabilitante causado por una enfermedad o lesión; o la persona que trabaja para alguna beneficencia o labor social de alcances gigantescos, etc. Todos ellos deben ser célibes para no quitarle el tiempo y esfuerzo a su familia, y dárselo a los demás.

Para terminar este artículo, quisiera hablar de las víctimas que, no obstante siendo firmes en su Pudor, han sido forzadas a exponer sus partes íntimas, al sufrir violaciones, extorsiones o la peor maldad. A todas ellas quisiera dedicarles las siguientes letras.

El ejemplo de Santa Lucía

Nosotros los católicos, dedicamos aproximadamente un mes de oración y penitencia a Dios antes de la Navidad con el fin de estar preparados espiritualmente para la gran fiesta del Nacimiento de Jesús el 25 de diciembre de cada año. Este tiempo lo llamamos “Adviento”, tiempo durante el cual los ornamentos de los altares y las vestiduras de los sacerdotes para la Misa son de color morado, exceptuando aquellos días en que hay alguna gran celebración (por ejemplo: para todo el Continente Americano y Filipinas, el 12 de diciembre conmemoramos a la Virgen de Guadalupe; en este caso, el color es blanco y azul). Sin embargo, en todo el mundo católico el 13 de diciembre (cuando no cae en domingo) los ornamentos y vestiduras son de color rojo (de los mártires) para conmemorar a Santa Lucía.

¿Quién fue esta santa que hasta en Adviento su celebración se la exceptúa del morado?

El nombre de Lucía viene del latín “LUX” y significa “La que lleva la luz”, por lo que es una poderosa intercesora para curar enfermedades de los ojos.

Según el Martirologio, Santa Lucía nació en el año 283 D.C. en Siracusa, Italia. De niña quedó huérfana de padre. Su madre tenía la intención de casarla con algún joven adinerado; no obstante, ella quería permanecer célibe para dedicarse a ayudar a los pobres y a los cristianos que por aquel tiempo eran perseguidos cruelmente por el emperador romano Diocleciano.

Sucedió que la madre de Lucía enfermó gravemente y mediante la oración de Lucía quedó sana, y gracias a este favor, Lucía logró que su madre no pretendiera casarla, y además, ella pudo repartir su dote matrimonial entre los pobres y necesitados.

Sin embargo, en el año 304 D.C. había un joven acaudalado que quería casarse con Lucía, y al recibir la negativa de la santa, se enojó, y en un último intento por conseguirla, fue con el procurador y la acusó de ser cristiana (delito sumamente grave en aquella época). El juez decidió que Lucía debía renunciar a su Fe y casarse con el joven, pero ella no lo aceptó de ninguna manera. El juez, enfurecido, la amenazó con llevarla a los prostíbulos de la ciudad para ser ultrajada, violada y vejada, a lo que la santa contestó: – “Si la mente no consiente, el cuerpo no se corrompe”.

Este pensamiento de Lucía ha sido tema de grandes disertaciones y elogios durante muchos siglos por parte de abogados, filósofos y teólogos; inclusive, actualmente es tema fundamental para psicólogos, psiquiatras y sociólogos.

Ante la respuesta de Lucía, el juez ordenó que la llevaran por la fuerza a los prostíbulos, pero nadie podía moverla del lugar donde estaba parada, y varios hombres fuertes intentaron llevarla por la fuerza, pero no había poder que la moviera. Finalmente, el juez ordenó al verdugo que le cortara la cabeza, y así lo hizo, quedando muerta en el mismo juzgado.

¿Quieres saber de las virtudes que hemos comentado? Aquí las tienes

 Lealtad

Fidelidad Honradez Sobriedad Fortaleza
Amor Orden Templanza Justicia Prudencia

redaccion.nuevavision@gmail.com

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