El valor de las virtudes (8 de 58)

8.- La Honradez

Es el hábito de actuar de modo recto conforme a la moral.

Esta virtud va de la mano con la JUSTICIA, ya que se refiere a la costumbre de respetar la Ley Natural (no robarás, no matarás, no mentirás, etc.).

Esta virtud la podemos ilustrar con la siguiente historia:

«El sobre»

Corrían los últimos años de la década de los 1950. José trabajaba en un despacho de contabilidad en la parte de Auditoría.

En el lugar de trabajo laboraban junto a él los diecinueve compañeros que en una distribución de 4 de frente por 5 de fondo estaban sentados cada uno frente a una sumadora de palanca, en la que oprimían las teclas de los números y jalaban la palanca para que giraran los engranes de las máquinas y acumularan las cantidades de las pólizas que contenían los legajos. Todo esto para constatar si las sumas eran correctas o no.

¡Cielos…! veinte hombres continuamente jalando las palancas, hacían más ruido que una locomotora; además, para José eso se asemejaba en todo a una galera romana con todos los esclavos remando.

En un momento dado, el ruido empezó a bajar, y una a una, las sumadoras quedaron inmóviles pues “el carrito de pagos” había llegado, ya que era sábado.

En aquel entonces no había tarjetas de débito y normalmente se les pagaba en efectivo a los empleados, con los billetes metidos en un sobre pequeño en el que estaba escrito su nombre y engrapado un recibo para firmar al momento que recibían el famoso sobre.

Ese día José tenía urgencia por terminar el trabajo y no dejarlo para el lunes, así es que firmó el recibo, guardó el sobre y fue directamente a su escritorio.

Al cabo de un tiempo, José terminó el trabajo; y cargando el legajo de pólizas, se encaminó al archivo para entregarlo. Sin embargo, a los pocos pasos de su escritorio José vio tirado en el piso un sobre cerrado igualito a los de pago con el nombre hacia abajo. Después de un instante de indecisión, dejó caer el legajo junto al sobre y muy disimuladamente ocultó el sobre en el legajo y fue directamente al baño.

Ya en el baño, se cercioró que no hubiera alguien, tomó el sobre, lo rompió de un lado, sacó los billetes y se los guardó. Antes de romper el sobre y arrojarlo por el retrete, a José le entró la curiosidad de saber quién era el incauto imbécil que deja tirada la paga de una semana. Así es que volteó el sobre para leerlo y… ¡oh sorpresa, era su nombre!

José no robó a nadie, pero es un ladrón.

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