Para mejorar, la libre empresa necesita autocrítica
Toda la vida he sido admirador de la Iniciativa Privada, simple y sencillamente porque significa L I B E R T A D, porque gracias a ella pueden participar todos los habitantes de un país y esto ahuyenta cualquier amenaza de caudillos prepotentes que se distancian de sus gobernados, a los que deberían servir.
Claro que el apoyo a un sistema que se basa en la LIBERTAD no podrá funcionar si no surge desde dentro la autocrítica. Es necesario que los integrantes de la IniciativaPrivada y el público al cual sirven manifiesten su opinion, su aprobación o su rechazo; de otra forma, sobreviene el fracaso. Esto es válido para instituciones privadas y para todo tipo de gobierno.
De mis casi 70 años trabajé para empresas de muy variado tipo y tamaño. Por mucho tiempo presté mis servicios como vendedor de alfombras de henequén puerta por puerta, trabajé como mensajero de una tienda de venta de ropa para dama y caballero en abonos. Mi primer auto lo compré trabajando como vendedor de libros, que a pesar de ser usado, fue mi primera gran ilusión.
Para entrar a la Universidad, en 1968, tuve que esperar a que reanudaran las clases debido a los líos estudiantiles y logré conseguir una beca en una institución privada. Durante ese tiempo, trabajé en el área administrativa de una empresa que vendía herramientas de precisión. Al término de mi carrera conseguí una beca-préstamo en una institución privada, y al terminar de estudiar trabajé en una planta de plásticos en Naucalpan, y finalmente regresé a la industria editorial para manejar una bodega, parte de su comercialización y su logística.
Durante 55 años luché por mantener a mi familia y por mejorar. Durante esos años apoyando a mi país -un país hasta hoy libre- en que si luchas te levantas. Sin complejos, amando a México, en un ámbito en que la corrupcion llegaba a menudo de empresas extranjeras y, por supuesto, del sector gobierno, que por conveniencia ha insistido en mantener dentro de la pobreza a miles y miles de ciudadanos con poca o nula preparación. Si José Vasconcelos resucitara, se volvería a morir.
Mexico es un país en que podemos hacer ver a los empresarios nuestra opinión y seguramente la escucharán. Y hablando de autocrítica, desde hace tiempo que deseo comentar lo siguiente y creo llegada la hora:
No aceptes nunca una oferta de empresas bancarias (American Express, HSBC, Scotia Bank…) ni de grandes compañías (Telmex, Telcel, IZZI…), pues si por alguna razón te quieres dar de baja -aunque sus representantes te juren que no tendrás el más mínimo problema para lograrlo- empezará para ti un infierno, pues la prometida baja sólo te hará rebotar de extensión telefónica en extensión telefónica, te llamarán por teléfono varias veces al día hasta que te des cuenta de que te ha llamado un “robot”, que en algunas ocasiones lo hará a deshoras del día y la noche. Y si intentas hacerlo, llamándoles por teléfono, recorrerás el equipo telefónico de la gran institución hasta que te vuelvas loco y aceptes seguir pagando.
Por otra parte, es el colmo que tus compras les rindan utilidades a esas inmensas empresas y al salir te revisen contra el recibo de compra para ver si no te has robado algo, posición humillante y vergonzosa (Sam’s, Costco, Office Depot, Home Depot…), y no te atrevas a pedirles que te muestren ellos las facturas que les acrediten como propietarios de la mercancía que te han vendido, causarías indignación e hilaridad. Claro que en Estados Unidos, origen de tales compañías, que yo sepa no revisan a sus clientes, lo cual seria -ademas- discriminatorio.
No aceptes ofertas, y menos si ha sido por teléfono, pues la presión de las grandes empresas amargará tu vida.
Gracias por escuchar, señores empresarios. Al menos ustedes ponen atención.
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Jesús Galera Lamadrid