Enseñar a ganar y a perder

Cuando oyes que ser papá/mamá es todo un arte, ¡créelo!… Así que empieza por conocerte y conocer a lo que le tiras.  Fórmate y aprende “técnicas” diversas y entonces, encuentra tu “estilo”, o sea, defínete y nunca dejes de cultivar toneladas de creatividad, de paciencia y de habilidades para percibir más allá de lo que tus sentidos son capaces de distinguir.

Siempre ha habido y habrá quien no quiera que sus hijos se vean envueltos en competencia alguna,  aunque creo que es inevitable… En cualquier ámbito de la vida puede uno ver personas que destacan según sus talentos individuales, sean “naturales” o adquiridos a base entrenamientos. De hecho, en cierta forma se compite desde el inicio de nuestra existencia… Vaya que de entre 15-200 millones de espermatozoides solo uno, fue el campeonazo que logró fecundar al ovocito. Así que bueno, de entrada al estar aquí ya somos ganadores de la primera competencia de nuestra vida. Por tanto, en lo personal no me trauma que mis hijos compitan, eso sí, voluntariamente; otra cosa es que vayan obligados o que se utilicen las “competencias” y las comparaciones odiosas para disque motivar o para humillar.

Pues bueno, resulta que hace relativamente poco, dos de mis hijos ganaron en su escuela un concurso y pasaron al regional, en esta etapa uno pasó al internacional y otro no. Así que obviamente, como en cualquier competencia que decides entrar, sea pueblerina u olimpiada, uno puede ver todo tipo de sentimientos fluir, incluso acompañados con lágrimas de éxtasis y de felicidad para los ganadores, mientras que de frustración, enojo y/o tristeza para los perdedores.

Sí, sí podemos, e incluso, debemos ayudar a nuestros hijos a filosofar el gran mérito que tiene estar ahí, la importancia del esfuerzo y cómo los grandes éxitos se construyen sobre fracasos y a partir de estos… Sí, pero… Pero primero conéctate con tu hijo y sus sentimientos, no le pidas que no sienta lo que siente, que no piense lo que piensa… Abrázalo y bésalo si quiere y déjalo que saque todo, acompáñalo en su dolor, que no se sienta solo o incomprendido o loco porque no le gusta perder… Tranquilo, ¡tranquilo tú!… Ya habrá tiempo de filosofar y sacar aprendizajes.

No seas naifs ni relativista, si tu hijo decidió competir y está llorando o como mínimo está agüitado porque perdió, hazle saber que es “normal” sentirse así. ¿Quién se inscribe en una competencia para sacar el último lugar? …La mera verdad es que los que están por debajo del oro darían lo que fuera por estar parados en lo más alto del pódium.

Así pues, debo confesar que me parecen entre ridículas e insultantes las típicas frases de “consolación” bien intencionadas y poco acertadas de: “ay, equis, no importa quién gane, lo importante es participar” o “para nada perdiste, aquí puros ganadores, es más, para mí tú eres el ganador”, etc.

Ante esto, estoy convencida que el niño, si es que voltea, te ve con cara de “híjole de verdad no te enteras de nada” y piensa, “éste de plano no me entiende” y entonces, dependiendo su personalidad se le clava “algo” en la herida o se le resbala el comentario y así como le entra le sale… Claro que si se le repite seguido, como mínimo, descubrirá  “la importancia” de negar los sentimientos. Además, con certeza aprenderá a negar la realidad y a relativizar las situaciones. Eso sí todavía resulta más indignante y patético escuchar a “los  adultos” dándoles clases a los niños de “des-responsabilización” para que encuentren justificaciones y/o culpables de su fracaso.

Evidentemente, no tiene nada de malo el querer hacer una actividad por mero placer personal o por salud, pero quien compite quiere ganar… A ver seamos honestos, ¿de verdad crees que a Phelps, a Tiger Woods, a Lorena Ochoa, a Rafa Nadal, sí les daba lo mismo quedar en el lugar 20°, 10°, 5°, 3°, que ser los meros meros petateros del mundo?… Obvio no, en realidad entrenan para ganar y no solo para pasearse por la competencia y poder marcar el arbolito con un: “aquí estuve yo”… Claro que hay quienes saben que “todavía” no le llegan a los talones a Messi o a Ronaldo, pero entrenan cada día para ser cada día mejores y poder entrar a las grandes ligas, no solo para no meter autogoles o “participar” en los picnics domingueros sino para triunfar… En realidad, hasta el que le va a un equipo maletón, no pierde la esperanza de ganar cada partido.

Así pues, si acompañar en el fracaso y “enseñar a perder” no es fácil, menos lo es “enseñar a ganar”, ya que erróneamente la cultura da por hecho que en ese momento no hay más que enseñar… Sin embargo, se olvida que también es nuestro deber acompañar a nuestros hijos en sus triunfos, para que estos no los ahoguen en la soberbia y sepan tender la mano a los otros. Me parece fundamental que en medio del éxtasis no se caiga en embriaguez, no solo literal, sino más bien emocional, que bloquea el contacto con la realidad e impide la conexión con los otros.

Por tanto, hay que formar tanto a la persona que gana como a la que pierde. Ambas deben:

1. Poner los pies en la tierra para colocar los éxitos y los fracasos en su justo medio.
2. Valorar el esfuerzo y trabajo realizado.
3. Ser empáticos, para que sin envidias ni ambición desmedida puedan acompañarse y motivarse mutuamente.
4. Aprender, tanto de los éxitos como de los fracasos, para poder seguir creciendo integralmente.
5. No centrar su valor personal en la obtención de una medalla, la dignidad personal es infinita y nada tiene que ver con una medalla más o menos.

A veces no es fácil descifrar los sentimientos y pensamientos de nuestros hijos,
y cual artistas, debemos encontrar el significado de la obra abstracta que realizan
para percibir más allá de lo tangible, lo audible o visible a simple vista…

Y para hacerlo, primero hay que dejar que vivan su realidad responsablemente,
así como las consecuencias de su actuar;
y para eso,
debemos dejar que saquen y ordenen responsable y respetuosamente sus sentimientos…

Como papás, urge recordar que,
a final de cuentas, lastima más la falsedad y el relativismo
que la verdad, por más dura que ésta sea.

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@NuevaVisionInfo
redaccion@diarionuevavision.com
Luz Ma Dollero Anaya

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