Carlo Acutis, un millennial como pocos

Carlo Acutis nació en Londres el 3 de mayo de 1991 y murió en Monza, Italia, el 12 de octubre de 2006. Fue beatificado en Asís el 10 de octubre de 2020.

Su familia era católica no practicante. Su madre cuenta que su hijo tenía una natural predisposición para lo sagrado. A los tres años de edad, le pidió a su madre que lo llevara a la iglesia para saludar a Jesús o llevar flores a la Virgen María. Expresó su gusto por la piedad y un amor grande a Dios. El niño descubrió la fe gracias a su niñera, una polaca llamada Beata.

Desde muy joven tuvo una devoción especial por la Eucaristía y por la Virgen María, a quien luego definiría como “la única mujer de su vida”. Le gustó especialmente la historia de las apariciones de la Virgen en Lourdes (Francia) y Fátima (Portugal). También fue apasionado de la vida de los santos.

Carlo manifestó su deseo de recibir la comunión, a la que llamó “mi autopista hacia el Cielo”. y a los 7 años de edad pidió hacer su Primera Comunión; sus padres consultaron a un prelado, quien lo encontró maduro para ello, y desde entonces hasta su muerte asistió diario a Misa. También rezó el Rosario todos los días, se confesaba una vez por semana y daba clases de catecismo en su parroquia.

Antonia Salzano, la madre de Carlo, se apuntó en unas clases de teología para poder responder a las preguntas de su hijo, y confiesa que, “gracias a él, comencé un viaje de fe”. Cuenta que cuando salía de viaje preguntaba dónde estaba la Iglesia más cercana para no perderse la Santa Misa. El lema de Carlo era: “No yo, sino Dios”.

Su adolescencia fue como la de cualquier otro joven, ya que tenía muchos amigos, amaba el futbol y los animales. Dedicaba parte de su tiempo a ayudar a personas sin hogar como voluntario en los comedores populares. Estaba particularmente interesado en las tecnologías de la información y comunicación, entre sus pasiones estaba la informática. Desde los once años, investigó en Internet e hizo un estudio sobre 136 milagros eucarísticos reconocidos por la Iglesia y los expuso en la Red. Sus padres lo apoyaron para hacer esta investigación, ya que iba a los lugares de los hechos.

Se le considera un genio de la informática, un santo eucarístico cibernético. Su intensa vida espiritual lo llevó a crear lo que algunos consideran el “kit para hacerse santo”, compuesto por la Santa Misa, el Rosario, la confesión frecuente, la lectura diaria de la Biblia y el servicio a los demás.

Carlo fue deportista, alegre y estudioso. En su diario escribió: “La tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo, la felicidad es dirigir la mirada hacia Dios… A veces nos amargamos por la soberbia, en vez de confiar en Dios”. A Carlo le gustaba esta frase: “Todos los hombres nacen como originales, pero muchos mueren como fotocopias, ¡no dejes que eso te pase a ti!”.

Pensaba que los adolescentes se hacen ateos porque piensan que de este modo pueden parecer más inteligentes ante sus compañeros, pero a Carlo nunca le importó la opinión de la mayoría. Le agradaba ayudar a los necesitados y darles lo que estaba a su alcance.

El Padre Roberto Gazzarigi recuerda a Carlo de estudiante en Milán: “Tengo el recuerdo de un joven de una amabilidad, un señorío y una delicadeza de ánimo verdaderamente notable… Carlo tenía pasión por la vida, para nuestro centro educativo fue un regalo”.

En una entrevista que concedió Antonia, reveló detalles poco conocidos. Cuenta que ella no era particularmente devota. Carlo fue muy obediente, muy especial. Le dio la libertad de vivir su fe. Relata que Carlo le dijo en un sueño: “Seré beatificado pronto y poco después canonizado. Después de esto, vendrá una generación de santos”.

Carlo, que era hijo único, predijo a su madre que iba a tener mellizos, a pesar de que estaba por cumplir los 40 años. En 2010, cuando Antonia tenía 43 años, dio a luz a una niña y un niño: Francesca y Michelle. Ahora tienen 9 años y son también muy piadosos.

A principios de octubre de 2006 enfermó de algo que parecía gripe, pero fue leucemia del tipo M3, la más agresiva. Al entrar al hospital le dijo a su madre: “De aquí ya no salgo, pero mamá, te daré muchos avisos. No te preocupes”. Antes de fallecer le dijo a su madre: “Muero feliz porque no he pasado ni siquiera un minuto desperdiciando el tiempo en las cosas que no le agradan a Dios”.

Antes de conocer su enfermedad, dijo que si moría, le gustaría que lo enterraran en Asís. Y así se hizo. Su cuerpo descansa en el Santuario de la Expoliación.

Raejsh, de origen hindú, trabajaba en la casa de Carlo, en la limpieza. Tras su fallecimiento, dijo de Carlo: “Un chico tan joven, tan guapo y tan rico, pudiendo hacer tantas cosas, decidió hacer una vida sencilla. Me contagió con su fe profunda, caridad y pureza”. Luego de ver su fe, decidió bautizarse y practicar el catolicismo.
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Rebeca Reynaud

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