Llama Francisco a católicos a no escandalizarse con la Misericordia

La puerta para encontrar a Jesús es reconocerse pecador”, dijo el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta este jueves 21 de septiembre.

En su reflexión, el Papa se refirió a la conversión de San Mateo, festividad que se celebra este día, y abordó el tema desde la perspectiva de las tres etapas que se pueden observar en la conversión de San Mateo, que son: el encuentro, la fiesta y el escándalo.

En la primera etapa, explica el Papa Francisco, Jesús había curado a un paralítico y después se encuentra con Mateo, que sentado en el banco de los impuestos, donde hacía pagar al pueblo de Israel para entregar después la recaudación a los romanos, por lo que era despreciado y considerado un traidor de la patria.

Jesús lo miró y le dijo: “Sígueme”. Y él se levantó y lo siguió, tal como narra el Evangelio. Por una parte, la mirada de San Mateo, una mirada desalentada: miraba “de lado”, “con un ojo a Dios”, con el otro miraba “al dinero”, y también con una mirada hosca. Por otra parte, la mirada misericordiosa de Jesús, que “lo miró con tanto amor”. Y ante esta mirada, la resistencia de Mateo que quería el dinero, “cae”, y se levantó y siguió a Jesús. “Es la lucha entre la Misericordia y el pecado”, sintetizó el Papa.

El amor de Jesús pudo entrar en el corazón de aquel hombre porque “sabía que era pecador”, sabía que “nadie lo quería”, que era despreciado. Y precisamente “esa conciencia de pecador abrió la puerta a la Misericordia de Jesús”. Por tanto, “dejó todo y se fue”. Éste es el encuentro entre el pecador y Jesús.

Es la primera condición para ser salvado: sentirse en peligro; la primera condición para ser curado: sentirse enfermo. Y sentirse pecador es la primera condición para recibir esta mirada de misericordia. Pensemos en la mirada de Jesús, tan bella, tan buena, tan misericordiosa. Y también nosotros, cuando rezamos, sentimos esta mirada sobre nosotros. Es la mirada del amor, la mirada de la misericordia, la mirada que nos salva. No tener miedo”.

En la segunda etapa, la de «la fiesta», agregó el Papa Francisco, Mateo, sintiéndose feliz, invitó a Jesús a comer a su casa. Mateo invitó a sus amigos, “los del mismo sindicato”, pecadores y publicanos. Seguramente en la mesa, hacían preguntas al Señor y Él respondía. Aquí, el Papa recuerda lo que dice Jesús en el Capítulo XV del Evangelio de San Lucas: ‘Habrá más fiesta en el Cielo por un pecador que se convierte, que por cien justos que permanecen justos’. Se trata de la fiesta del encuentro con el Padre, la fiesta de la Misericordia”. En efecto, Jesús “derrocha Misericordia”, por todos, dijo Francisco.

Y el tercer momento, la etapa del “escándalo”, apunta el Papa Francisco, los fariseos ven que los publicanos y pecadores se sentaron a la mesa con Jesús. Y decían a sus discípulos: “¿Por qué su Maestro come junto a los publicanos y a los pecadores?”. “Siempre un escándalo comienza con esta frase: ‘¿Por qué?’”, destacó el Papa. “Cuando ustedes escuchen esta frase, sepan que huele mal” –subrayó el Papa– “detrás viene el escándalo”. Se trataba de la “impureza de no seguir la ley”. Conocían perfectamente “la Doctrina”, sabían cómo ir “por el camino del Reino de Dios”, conocían “mejor que todos cómo se debía hacer”, pero “se habían olvidado del primer mandamiento del amor”. Creían que la salvación venía de ellos mismos, se sentían seguros. “¡No! Nos salva Dios, nos salva Jesucristo”, reafirmó Francisco.

Ese ‘cómo es posible’ que tantas veces hemos oído entre los fieles católicos cuando veían obras de misericordia. ¿Por qué? Y Jesús es claro, es muy claro: ‘Vayan a aprender’. Y los ha enviado a aprender, ¿no? ‘Vayan y aprendan qué quiere decir misericordia –(aquello que) Yo quiero– y no sacrificios, porque Yo, en efecto, no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores’. Si tú quieres que Jesús te llame, reconócete pecador”.

Por último, el Pontífice exhortó a reconocerse pecadores, no de modo abstracto, sino con “pecados concretos”, porque “todos nosotros los tenemos”. “Dejémonos mirar por Jesús con esa mirada misericordiosa y llena de amor”, pidió.

Y deteniéndose una vez más en el «escándalo», el Papa Francisco añadió:

Hay tantos, tantos… y siempre, también hoy en la Iglesia. Dicen: “No, no se puede, está todo claro, es todo, no, no… Son pecadores aquellos, debemos alejarlos”. También muchos santos han sido perseguidos y considerados sospechosos. Pensemos en Santa Juana de Arco, condenada a la hoguera porque pensaban que era una bruja. ¡Una santa! Piensen en Santa Teresa, a la que sospechaban de herejía; piensen en el Beato Rosmini. ‘Misericordia, Yo quiero, y no sacrificios’. Y la puerta para encontrar a Jesús es reconocer cómo somos, la verdad. Pecadores. Y Él viene, y nos encontramos. ¡Es tan hermoso encontrar a Jesús!”, concluyó el Santo Padre.

redaccion.nuevavision@gmail.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *