Abelenda de Avión, pueblo gallego que supo salir adelante

Una de las regiones más pintorescas de España es Galicia, comunidad integrada por las provincias de La Coruña, Lugo, Orense y Pontevedra.

Dentro de la provincia de Orense, destaca un singular pueblo gallego que se ha distinguido por salir adelante a pesar de tener todo en contra: Abelenda de Avión.

Dicha parroquia se encuentra a 115 kilómetros de Santiago de Compostela; a 55 kilómetros de Orense, capital de la provincia, y a 75 kilómetros del importante Puerto de Vigo. Una parroquia ubicada en la parte poniente de la provincia de Orense y, si hubiera que ubicarla por medio de coordenadas, la situaríamos a 42 grados latitud Norte y 8 grados longitud Oeste.

Una parroquia que forma parte del Ayuntamiento de Avión y cuyos cultivos más importantes son el maíz, la patata, la vid, el centeno, los forrajes y la hortaliza. En cuanto a ganadería, se crían vacas, cerdos y ovejas; en sus montes crecen robles y castaños, y en sus ríos se pescan truchas.

La patrona de dicha parroquia es Santa Marina, una mártir gallega de los primeros siglos del cristianismo, cuya fiesta se celebra el 18 de julio.

Una parroquia enclavada en una zona tradicionalmente pobre, cuya circunstancia ha impulsado a sus pobladores, tanto a trabajar con ahínco, como a emigrar buscando horizontes más prometedores.

Una parroquia que, hasta hace apenas seis décadas, permanecía aislada y sin que las autoridades la tomasen en cuenta. Sin embargo, el tesón, espíritu de sacrificio y gran amor de sus habitantes por el terruño que les vio nacer hizo el milagro. Y fue así como el progreso empezó a darse rápidamente y con la misma velocidad con que se precipita un río sobre una cascada.

Durante la década de los años 50 del siglo XX, se construyó una carretera de terracería, gracias a la cual se rompió el aislamiento, carretera que fue asfaltada pocos años después; vino luego una línea de transportes, posteriormente el teléfono, hasta completar una serie de elementos que hoy en día hacen de dicha parroquia una de las más prósperas de toda Galicia.

Tantas maravillas se explican gracias al modo de ser de sus habitantes, quienes lograron unirse consiguiendo que un pueblo que, durante siglos, había permanecido aislado entre montañas, sea hoy uno de los mejor comunicados de la comarca.

Existe un proverbio que dice que “el hambre es mala consejera”, indicando con ello que quien está desesperado puede llegar a cometer las peores locuras.

No ocurre así con los habitantes de Abelenda de Avión, quienes -al nacer, crecer y vivir en medio de grandes penurias- no se desesperaron, sino que, por el contrario, unificaron esfuerzos ante un problema que les afectaba a todos. Algo parecido -guardando las debidas proporciones- a lo que ocurrió con Japón y Alemania, naciones derrotadas durante la II Guerra Mundial.

El caso fue que, tanto japoneses como alemanes, no se hundieron en el desánimo; por el contrario, la desgracia les hizo cargar las pilas y es hoy el día en que no solamente se recuperaron, sino que incluso constituyen dos de las economías más sólidas a nivel mundial.

Eso mismo ha ocurrido con Abelenda de Avión, cuyo evidente progreso es una prueba de cómo la mayor riqueza que tiene un pueblo no son sus recursos naturales o su pasado histórico, sino más bien esa fuerza de voluntad y hombría de bien de su gente, que incita a vencer cualquier tipo de obstáculos.

Ese admirable espíritu de solidaridad que existe dentro de un pueblo tan singular se manifiesta cuando todos colaboran, tanto en alguna obra pública de interés general, como para apoyar al vecino que ha caído en desgracia.

Un espíritu de colaboración fraterna que no suele darse en cualquier otra comunidad.

El actual cura párroco de Abelenda es un piadoso sacerdote muy querido por todos sus feligreses: Don Pablo Serafín Espiñeira Domínguez, quien está a cargo de la parroquia desde el 21 de julio de 2002. Un hombre de gran dinamismo que ha efectuado importantes reformas en la iglesia parroquial con el objeto de que el viejo templo, construido a inicios del siglo XIX, sea un lugar digno para encontrarse con Dios.

En esta ocasión y con el objeto de que la gente se convenza de cómo el trabajo y la tenacidad superan cualquier tipo de obstáculos, hemos traído a tema lo que ha ocurrido con la parroquia de Santa Marina de Abelenda de Avión.

Por cierto, Don Manuel Castro Picón, bisabuelo de quien esto escribe, nació en dicha parroquia, emigró a fines del siglo XIX a México, donde falleció en junio de 1930. Sus restos están sepultados en el Panteón Español de la Ciudad de México.

redacción.nuevavision@gmail.com

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