De los ocho espíritus malvados / La soberbia
Si contra algo debemos estar prevenidos es contra el espíritu malvado de la soberbia. De los ocho, éste es el más frecuente y maligno. Es el peor de todos y el más ridículo. Provoca tales alucinaciones que la persona atacada por este espíritu se viste de apariencia y simulación.
El soberbio se infla de autosuficiencia y fingimiento hasta que desaparece en la nada, en el vacío. Se agita de las grandes alturas en dirección al abismo.
Quien se considera superior, único e imprescindible acaba contemplándose a sí mismo en el espejo del autoengaño. Los demás le retribuyen con el sarcasmo de su trivial arrogancia.
En esta ocasión copio textualmente algunos de los aforismos de Evagrio Póntico sobre la soberbia. Escribiré algunos comentarios en la próxima columna.
Como se puede comprobar, no dejan de ser actuales:
“La soberbia es un tumor del alma lleno de pus. Si madura, explotará,
emanando un horrible hedor. El resplandor del relámpago anuncia el fragor del trueno y la presencia de la vanagloria anuncia la soberbia. El alma del soberbio alcanza grandes alturas y desde allí cae al abismo”.
“Como aquel que trepa en una telaraña se precipita, así cae aquel que se apoya en sus propias capacidades. Una abundancia de frutos doblega las ramas del árbol y una abundancia de virtudes humilla la mente del hombre”.
“No entregues tu alma a la soberbia y no tendrás fantasías terribles. De noche se imagina manadas de bestias que lo asaltan y de día se ve alterado por pensamientos de vileza. Cuando duerme, fácilmente se sobresalta y cuando vela los asusta la sombra de un pájaro. El susurrar de las copas de los árboles aterroriza al soberbio y el sonido del agua destroza su alma”.
«¿De qué te enorgulleces oh hombre, cuando por naturaleza eres barro y podredumbre y por qué te elevas sobre las nubes?”
”Contempla tu naturaleza porque eres tierra y ceniza y dentro de poco volverás al polvo, ahora soberbio y dentro de poco gusano.¿Para qué elevas la cabeza que dentro de poco se marchitará?”
“El soberbio es como un árbol sin raíces y no soporta el ímpetu del viento. Una mente sin jactancia es como una ciudadela bien fortificada y quien la habita será incapturable. Un soplo revuelve la pelusa y el insulto lleva al soberbio a la locura. Una burbuja reventada desaparece y la memoria del soberbio perece».
«La palabra del humilde endulza el alma, mientras que la del soberbio está llena de jactancia” (Cap. XVII y XVIII).
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Rubén Elizondo Sánchez