ACNUR promueve solidaridad hacia migrantes venezolanos

Yulimar del Pilar Pérez jamás imaginó que su vida diera un giro tan abrupto como el que acabó llevándola de los Teques, una pequeña ciudad de la región venezolana de Miranda, a Bogotá, la capital de Colombia.

Ella llegó en junio de 2017. Lo hizo acompañando a su sobrino, que aspiraba a buscar un futuro mejor ante la grave crisis económica y política de Venezuela, pero que no quería marcharse solo.

“Jamás en la vida pensé en irme de mi país a trabajar, salí por obligación”, explica Yulimar. “Tenía nervios porque no sabía cómo nos iban a recibir”.

Más de 550,000 ciudadanos venezolanos han ingresado a Colombia hasta diciembre de 2017, según datos de Migración Colombia. La llegada creciente de migrantes venezolanos, que huyen de la inseguridad, la escasez y la represión en su país, ha generado algunas reacciones de rechazo, intolerancia y estigma entre los colombianos.

Con el propósito de construir una cultura solidaria y generar un entorno favorable a la presencia de personas venezolanas en Colombia, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) creó la campaña “Somos Panas Colombia”.

La campaña presenta las historias de vida de decenas de venezolanos con la intención de que los colombianos puedan reconocer su historia, entenderla y, posiblemente, dar un paso más allá hacia la solidaridad.

“Muchos países experimentan cambios y desafíos por la llegada de población extranjera a su territorio. Ante la realidad de este escenario en Colombia, queremos hacer un llamado a la sociedad para que se dé la oportunidad de conocer la historia de cada una de las personas que tuvieron que salir de su país y acogerlas como seres humanos”, manifestó Jozef Merkx, el representante de ACNUR en Colombia.

Empezar de cero

Yulimar llegó a Bogotá con 60,000 pesos (unos 20 dólares estadounidenses). Durante los primeros meses compartió un apartamento con su sobrino y otras cuatro personas. “Luego nos tuvimos que ir porque se venció el contrato y nos tuvimos que separar, ahora cada quién estaba por su cuenta, cada vez extrañaba más y más a mi familia”, explica Yulimar.

Sharay, la hija de Yulimar, se quedó en Venezuela. Madre e hija sólo pueden comunicarse a través del chat de Facebook y ni siquiera pueden verse las caras, ya que Sharay tiene que ir a un cibercafé para poder usar uno de sus ordenadores viejos. La joven, de 17 años, sigue estudiando medicina gracias a las ayudas económicas que su madre le manda cada mes.

“Lo peor de mi partida fue dejar a mis hijas”, recuerda Yulimar. “El mundo se me vino encima, Sharay es mi hija menor, mi acompañante, ella me esperaba despierta hasta las 11 de la noche cuando yo llegaba del trabajo”.

Comunidades acogedoras

En Colombia, Yulimar empezó a vender empanadas venezolanas en un carrito ambulante. Se levanta cada día a las tres de la mañana para cocinar un plato típico que en su tierra nunca había preparado. Pero Yulimar no tenía un carnet que la acreditara para la venta ambulante.

Luz Dari, que coordina la acreditación en el distrito, se convirtió en su aliada: “Algo me impactó de ella, su personalidad, algo me dijo que tenía que ayudarla, le dije que la apoyaba. Todos, sin importar el país, tenemos el derecho de poder trabajar y salir adelante”.

La coordinadora conversó con los otros vendedores ambulantes, quienes al conocer la historia de Yulimar cambiaron de opinión y la aceptaron en su comunidad.

Pero la solidaridad de Luz Dari fue mucho más allá: acogió a Yulimar en su casa. A la venezolana se le humedecen los ojos cuando habla de Luz Dari: “Se preocupó por mí, es mi familia aquí en Colombia; ella es como mi mamá, me la quiero llevar para devolverle todas las bondades que ella me ha dado; ella es mi pana”.

“Panas”

De acuerdo a la experiencia de ACNUR en el mundo, es esencial crear un clima de opinión pública favorable a la recepción de personas provenientes de otros países, pues son las sociedades las que promueven la adopción de legislaciones favorables al respeto de los derechos y a la integración de quienes tuvieron que salir de sus países de origen.

Una sociedad acogedora impulsa un marco de protección más importante para quienes llegan en busca de salvaguarda de sus derechos y condiciones de vida digna.

Los lazos que se rompen cuando uno abandona hogar y los que se construyen en un nuevo país, así como el agradecimiento que expresan las personas venezolanas hacia Colombia, serán ejes centrales de la campaña “Somos Panas Colombia”, explica ACNUR.

Yulimar tiene claro qué quiere para su futuro: “Mi sueño es poder montar un negocio, arrendar un local de empanadas y vender mis productos, traer a mis hijas y yerno, y así tener una empresa familiar y llamarla Comidas venezolanas Yulimar”.

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