El bombardeo de EU en Irak demuestra que perdió la guerra en 2003

Ryan McMaken
«Cortesía de la Biblioteca Ludwig von Mises»

El gobierno estadounidense nos dice que Irak está albergando a las fuerzas iraníes anti-estadounidenses y debe ser bombardeado. El viernes, 3 de enero de 2020, Estados Unidos bombardeó el aeropuerto internacional de Bagdad, matando a siete personas, entre ellas un general iraní y dos políticos iraquíes. Mientras tanto, los marines estadounidenses invadieron el territorio soberano iraquí, en una acción eufemísticamente llamada «redadas de arresto», en un esfuerzo por capturar a un miembro del parlamento iraquí y a un líder de la milicia.

Pero ¿cómo es que Irak está tan lleno de políticos anti-estadounidenses y líderes de la milicia que trabajan con las fuerzas iraníes?

¿No se suponía que la invasión de Irak en 2003 iba a convertir a Irak en una democracia al estilo occidental y en un puesto de avanzada amistoso para las fuerzas estadounidenses en el mundo islámico?

Eso, al menos, es lo que se nos prometió en su momento. Pero esas, como las otras razones dadas para la guerra, eran las mentiras habituales que hemos llegado a esperar de Washington, DC.

Luego del bombardeo de Estados Unidos sobre Irak, el viernes, las justificaciones que afirmaban que la guerra de 2003 convertiría a Irak en una democracia amigable con Estados Unidos y amante de los derechos humanos, se han convertido ahora en una farsa evidente.

En otras palabras, Irak es un lugar donde los estadounidenses no están seguros y donde la embajada de Estados Unidos no puede funcionar como una embajada.

La alianza entre el parlamento iraquí y las fuerzas iraníes se encuentra en un punto en que las fuerzas anti-estadounidenses pueden funcionar libremente dentro del país.

Antes de la invasión estadounidense a Irak, en 2003, por supuesto, Irak era bastante inhóspito para las fuerzas iraníes. Saddam Hussein era un enemigo intratable de Irán y había dirigido a Irak en una guerra de ocho años contra Irán. Pero por cualquier razón que fuera la administración Bush, quizás debido a los estrechos y afectuosos lazos entre la familia Bush y los sangrientos dictadores islamistas saudíes, decidió que el régimen secular anti-iraní en Irak tenía que irse.

Lo que vino después nunca estuvo cerca de coincidir con las extravagantes promesas hechas por el régimen de Estados Unidos para justificar la guerra. Desde la invasión de Estados Unidos, Irak ha pasado cojeando de la insurgencia a la guerra civil y, en ausencia de Hussein, las organizaciones terroristas como Al-Qaeda e ISIS fueron capaces de ganar puntos de apoyo sustanciales en la región. Al igual que en Libia y Siria, dondequiera que Estados Unidos «difunde la democracia» los terroristas surgen y se fortalecen.

Una nueva guerra en 2020 muy parecida a la de 2003

Pero con la declaración de facto de Estados Unidos de una nueva guerra contra Irak, el completo fracaso de la guerra de Estados Unidos de 2003 es totalmente evidente.

La invasión de 2003 nunca estableció un régimen pro-estadounidense, y de hecho preparó el camino para que la mayoría chiíta en Irak asegurara sus derechos a través de mayores alianzas con sus correligionarios en Irán.

Así que ahora el Pentágono nos dice que debe arrestar a los miembros del parlamento iraquí y planear el envío (una vez más) de más tropas a Irak para proteger los intereses de Estados Unidos allí. Los halcones de guerra dirán que esto es el resultado de los intrusos iraníes. De hecho, el Pentágono está intentando enmarcar el conflicto como uno en el que Estados Unidos casualmente está luchando contra Irán en suelo iraquí. Éste es el mismo Pentágono que ha estado mintiendo durante años sobre el estado de la fallida guerra en Afganistán, y que ha intentado ocultar información a los contribuyentes.

Pero no se equivoquen: el régimen iraquí no es en sí mismo un régimen amigable con Estados Unidos, y esta realidad sólo ilustra, una vez más, que la guerra de 2003 contra Irak ha fracasado en todos los parámetros establecidos por los promotores de la guerra.

Prepárese para que el estado de guerra de Estados Unidos impulse otra guerra en el suroeste de Asia. Pero no esperen que ninguno de los arquitectos de la última guerra fallida admita su fracaso.
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