Los políticos aceptan la democracia sólo cuando les gusta el resultado

Ryan McMaken
«Cortesía de la Biblioteca Ludwig von Mises»

La Corte Suprema del Reino Unido declaró «ilegal» una táctica utilizada por el Primer Ministro Boris Johnson para garantizar que el Brexit se llevara a cabo el 31 de octubre, más de seis meses después de la fecha en que el Brexit debía entrar en vigor.

Aunque la Corte no se pronunció sobre el Brexit en sí mismo, el contexto de la situación deja claro que la sentencia es en realidad el último movimiento de la clase política del Reino Unido diseñado para posponer el Brexit una vez más.

Dada la historia de los referendos relacionados con la Unión Europea en Europa, ya podemos adivinar cómo se desarrollará la situación: A los votantes británicos se les pedirá que vuelvan a votar sobre el Brexit –para que esta vez puedan hacerlo «correctamente»–, o el acuerdo Brexit se construirá de tal manera que el Brexit sea una salida británica sólo de nombre.

Al mismo tiempo, extrañamente, los movimientos de Johnson en el parlamento han sido acreditados como «antidemocráticos» o incluso «golpistas», acusación que se presenta a pesar de que Johnson había intentado convocar a elecciones anticipadas, pero que le fue negada.

Mientras tanto, no se permitirá ningún tipo de democracia que pueda reforzar la posición pro-Brexit.

A estas alturas, se trata de una verdadera táctica en la política europea: Sólo se permiten votos que ayuden a la posición pro-europea. Todo lo demás es declarado «antidemocrático» o simplemente ignorado.

En 2001, los votantes irlandeses rechazaron el Tratado de Niza en un referéndum (o, para ser más exactos, rechazaron las enmiendas propuestas a la Constitución irlandesa, que habrían hecho posible la ratificación del Tratado de Niza).

La clase política irlandesa se puso rápidamente a trabajar declarando que los votantes irlandeses habían cometido un error y no entendían realmente la importancia de ratificar el tratado.

La segunda vez, la mayoría votó «correctamente» y las demandas de referendos adicionales, por supuesto, terminaron.

Otra táctica se utilizó en el Continente cuando se permitió a los franceses y a los holandeses votar sobre la ratificación de una nueva Constitución de la UE. Los votantes lo rechazaron.

Pero, naturalmente, no terminó ahí. Los políticos franceses y holandeses simplemente ignoraron los resultados de los referendos e idearon una estrategia alternativa. Revisaron ligeramente el texto de la Constitución, lo llamaron «Tratado de Lisboa» y luego lo ratificaron sin preguntar a los votantes.

Pero en 2008, los irlandeses aún no habían «aprendido» la lección, y la mayoría votó «incorrectamente» en un referéndum de 2008 sobre el Tratado de Lisboa.

Los políticos irlandeses exigieron un segundo voto, y la segunda vez, los votantes lo hicieron «bien», pero no antes de que fueran denunciados rotundamente por sus superiores en el Parlamento y en Bruselas, que sabían más.

Las «altas esferas de la UE» saben exactamente cómo funciona la democracia. Sólo debe tolerarse si conduce a los resultados preferidos por las clases dominantes. Si no es así, hay que hacer algo para corregir la situación.

Sólo sigue votando hasta que los votantes hagan las cosas «bien».

En EU se acude a jueces para anular avotantes

En Estados Unidos, por supuesto, no nos molestamos en tener elecciones adicionales fuera del horario habitual. Sólo tenemos jueces que anulan a los votantes siempre que éstos se ponen arrogantes.

Uno de esos casos ocurrió en California en 1994, cuando casi el 60 por ciento de los votantes aprobaron una medida para negar servicios gubernamentales a los extranjeros que viven ilegalmente en Estados Unidos. No pedía la deportación ni el enjuiciamiento de ningún residente.

La medida fue aprobada con el «sí» del 56% de los afroamericanos, el 57% de los asiáticos y un tercio de los hispanos. Ganó en todas las regiones de California excepto en el Área de la Bahía. En el Condado de Los Ángeles, fuertemente hispano, pasó por un margen de 12 puntos.

Después del recuento de los votos, el resultado fue simplemente ignorado y desechado. Todo lo que se requería era que un juez federal declarara nula la voluntad de la mayoría democrática.

En los últimos años, los tribunales se han dado cuenta y ya no permiten que los votantes tengan voz ni voto. En 2018, una medida para dividir a California en tres estados más pequeños fue colocada con éxito en la boleta electoral después de obtener el número requerido de firmas de los votantes y pasar por los aros usuales que se requieren de tales medidas.

Pero antes de que pudiera haber una votación, la Corte Suprema de California eliminó la medida de la boleta, estableciendo:

«Concluimos que el daño potencial al permitir que la medida permanezca en la boleta de votación supera el daño potencial al demorar la propuesta para una elección futura», escribieron los jueces.

En otras palabras, permitir que los votantes puedan opinar sobre el asunto es demasiado arriesgado. Por lo tanto, un pequeño número de acaudalados jueces californianos decidieron por los votantes que el único voto aceptable es «no».

Mientras tanto, los políticos no se cansan de sermonearnos sobre la santidad de la democracia. Pero está claro que sólo es sagrada cuando la Gente importante está de acuerdo con el resultado.
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@NuevaVisionInfo
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