Sustos sanitarios: deberíamos ya conocer el tema

Si echamos un vistazo a la historia de la humanidad, nos daremos cuenta de que en asuntos médicos y de sanidad hemos avanzado mucho, aunque a la vez estamos en la edad de piedra. En cuestiones médicas hemos  logrado operar los ojos con rayo laser, pero por otra parte no curamos ni la gripe.

Diríamos que tratamos con éxito algunas cuestiones quirúrgicas y posiblemente hemos controlado la utilización de algunas medicinas para el dolor de cabeza, el estreñimiento o la diarrea; sin embargo, nos falta mucho por avanzar. Y no podemos desconocer que, tristemente, muchos países gastan una cantidad brutal de recursos en armamento, y con ello  disminuyen la asignación de recursos a la investigación en ciencias de la salud.

Hacia 1347 surgió en Europa una gran plaga que diezmó (según se estima hoy en día) su población en una tercera parte. Para 1507, la peste azotó a Castilla, que aunada a una fuerte sequía, ocasionó el fallecimiento de miles de personas. Desde luego que se dieron problemas sanitarios en muchos otros países del Viejo Continente, como Francia, Inglaterra, Rusia, Suecia y Polonia, pero nos referirnos a España por su intensa relación con México.

La enfermedades pandémicas, como el Coronavirus, no distinguen sexo, razas, edad ni clases sociales…, tan es así que la reina Juana la Loca, a finales del año 1506, trasladaba los restos de su marido Felipe el Hermoso para depositarlos en Granada, habiendo partido de Burgos, y pidió a una persona de su séquito que escribiera: “La peste nos ha sitiado…”,  en tanto el obispo de Málaga fallecía también, con algunas personas de su servicio.

Este tipo de pandemias, pestes, o como se les quiera nombrar, surgen inevitablemente cada cierto tiempo, por falta de higiene, desconocimiento humano, problemas climáticos, comercio, intercambio, etc.,  y tras causar una serie de muertes, ya sea por saturación médica y de hospitales, por falta de medicinas o por indolencia humana, la sociedad vuelve lentamente a la vida diaria y con el tiempo olvida lo ocurrido, hasta que surja alguna otra amenaza sanitaria, pasados los años.

En esta ocasión, el Coronavirus parece haber surgido en China, proveedor mundial por excelencia, que a una alta velocidad ha contagiado diversas zonas del planeta, obligando a países como Italia y Estados Unidos a cerrar sus fronteras y a vigilar la convivencia interna. Así -en alguna región- Italia ordenó cerrar todo tipo de comercios, salvo farmacias y supermercados, y claro, estarán abiertos –supongo yo– los panteones y las funerarias.

En el caso de México, parece que no hemos avanzado mucho, pues  hace algunos días llamé por teléfono a unos amigos mexicanos que viven en Sudamérica, comentando el asunto de la epidemia actual y me dijeron que teníamos, por mucho, menos casos de los que había en Brasil y Argentina, y antes de despedirse, concluyeron irónicamente; ”En México nos encanta suavizar las malas noticias, como si ello fuera a mejorar la realidad. Bueno, ya sabes, por allá no debe haber llegado el  Coronavirus, si no el Coronavirus-02, o a lo sumo, el Coronavirus-05.Gracias, amigos chinos, ustedes siempre tan considerados”.
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Jesús Galera Lamadrid

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