La unidad de México debe ser prioridad del buen candidato

“Es mejor la unidad, que ganar”, es una frase muy conocida y que puede aplicarse a cualquier situación política donde haya contienda electoral, como es el caso actual de México. Siempre es mejor estar unidos, que peleados y divididos por conseguir o retener el poder.

Una nación dividida es semejante a una familia rota: lo que debería ser paz, tranquilidad, orden, cohesión y sosiego, se puede transformar en guerra, intranquilidad, desorden y ansiedad, con el consiguiente daño para cada uno de los habitantes del país. Con el desorden no se va a ninguna parte. Por eso, el líder –y más si se trata de un candidato a la Presidencia de la República–, debe ser instrumento de unidad, si quiere ser coherente con su discurso y con sus promesas.

El mejor activo de México se encuentra en la unidad de los mexicanos, que es precisamente la prioridad número uno que debe tener todo líder y, sobre todo, los candidatos que aspiran gobernar. Porque, ¿cómo logrará esa unidad, si siembra odio y división?

En el caso específico de México, los candidatos a la Presidencia de la República, si realmente desean ganarse a buena parte de la ciudadanía, necesitan poseer los siguientes rasgos:

1) Fomentar la libertad y la responsabilidad personal de los ciudadanos, especialmente de quienes tienen algún tipo de poder, ya sea económico, político, jurídico, militar, etc., de modo que éstos “tiren del carro” de acuerdo al Bien común de los mexicanos.

2) Enseñar a los ciudadanos a valorar las consecuencias de sus acciones con respecto a los demás. ¿Cómo? Promoviendo una educación en la que los pilares sean: a) respeto a la moral natural; b) crear una mentalidad de servicio a los demás, que se refleje en un trabajo bien hecho; c) capacitar a los más posibles para que puedan ganarse la vida mediante un oficio o profesión; d) revaloriza r el papel de la familia como núcleo donde se inicia la formación, que después deberá ser complementado con una adecuada instrucción en las escuelas, apoyando a los padres de familia en la educación de los hijos.

3) Ser ejemplares en su comportamiento, porque es el modo más eficaz para inducir a los demás a que actúen bien.

Lo dicho hasta aquí no basta, si no se consigue una auténtica confianza. La confianza en las intenciones de quien busca el voto de los ciudadanos es lo único que puede dar origen a la autoridad, y por lo tanto, a la libre aceptación de los votantes.

Cualquier candidato que estimule el odio y la venganza, estaría actuando contra la unidad de los mexicanos; y a la postre, estaría descalificado para ejercer cualquier tipo de cargo público, cuya naturaleza es de servicio a los demás. Un candidato de este tipo casi siempre se pone en evidencia por su escaso arrastre ante la población pensante y por una minoría de simpatizantes.

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Gabriel Martínez Navarrete

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