La tarjeta de crédito y el mago Aladino

Ya lo hemos dicho en otras ocasiones y no nos cansamos de repetirlo: Gran parte de la causa por la cual muchas familias se encuentran en problemas económicos se debe a que han administrado torpemente sus recursos.

Y todo porque se dejaron fascinar por esa propaganda consumista que impulsa a gastar por gastar, sin prevenir las consecuencias.

Uno de los productos que con mayor intensidad nos ofrece la propaganda consumista es la tarjeta de crédito.

Se presenta de tal modo el dinero plástico, se magnifican de tal manera sus bondades, que muchos de quienes la poseen se sienten dueños del mundo, algo parecido a quien posee la mítica lámpara de Aladino.

Por si algunos de nuestros amigos lectores no lo saben o lo han olvidado, les diremos que, en aquel viejo cuento oriental, se narraba cómo el joven Aladino poseía una lámpara que, en cuanto la frotaba, se le aparecía un genio que estaba dispuesto a cumplirle todos sus caprichos.

Pues bien, desgraciadamente, muchos de los tarjeta-habientes creen que les pasa la mismo, o sea, que, al tener tarjeta, podrán hacer realidad hasta el más increíble de los sueños.

Es entonces cuando empiezan los problemas, pues se piensa que el límite de crédito otorgado es algo así como un añadido al ingreso habitual.

Pongamos un ejemplo: Juan Pérez tiene unos ingresos mensuales de 20 mil pesos y en su tarjeta le otorgan un crédito por 30 mil. El error aquí está en sumar el crédito de la tarjeta al ingreso mensual, o sea, creer que al mes recibe 50 mil pesos.

Con base en tan falsa creencia, muchos empiezan a comprar a tontas y a locas, lo cual los endeuda y encadena a los intereses que caen fatalmente una vez al mes.

Si se sigue durante varios meses tan loca carrera, el pobre dueño de la tarjeta se encontrará quizás con una deuda superior a los 200 mil pesos que, difícilmente, podrá saldar con unos reducidos ingresos de 20 mil.

Al mismo tiempo, se irán sumando intereses sobre intereses; y, al ver que el endeudado no tiene ya capacidad de pago, entrará en acción el departamento jurídico de los bancos, iniciando el respectivo procedimiento de embargo que dará lugar a un remate y –si existe alguna propiedad– al posterior desahucio… Una auténtica tragedia.

En este caso el mago Aladino, más que un genio servil, se habrá convertido en un verdugo implacable.

Y todo por no haber manejado la economía de un modo prudente y racional.

¿Significa esto que debemos rechazar una tarjeta de crédito cuando nos la ofrezcan? De ninguna manera.

Si la sabemos usar, es un gran aliado, y para ello lo importante es –cuando tengamos que hacer alguna compra realmente necesaria– que veamos cuánto dinero tenemos ahorrado, cuánto podemos pedirle prestado a la tarjeta y ¡lo más importante! tratar de liquidar el adeudo antes de que se venza el plazo.

Confiemos en que estos consejos puedan serle útiles a quienes, deslumbrados por el dinero plástico, se sienten dueños del mundo.

redaccion.nuevavision@gmail.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *