La erosión de la democracia

Curiosamente, Platón señala los síntomas de la decadencia de un país democrático:

* En asuntos públicos, los ciudadanos aceptan a sus gobernantes sólo porque les permiten cometer los más extremos excesos y llaman imbécil a quien obedece las leyes.

* En cuestiones familiares, los padres no se atreven a corregir a sus hijos por miedo; mientras los hijos, para ser libres, desobedecen a los padres.

* En el aspecto educativo, el maestro teme al alumno y el alumno desprecia al maestro por incapaz y apocado.

* Los jóvenes adoptan aire de ancianos, y los ancianos –acomplejados- se toman el pelo entre sí, procurando imitar a los jóvenes.

* Las mujeres adoptan las formas de vestir de los hombres.

Cuando Platón escribió esto, lo hizo con el fin de llamar la atención o de ridiculizar a quienes se comportaban de esas maneras. Lo escribió en tono de broma. Por el contrario, en nuestros días, forman legión los pseudointelectuales que escriben libros con aparente seriedad, expresando ideas semejantes a las ridiculizadas por Platón. Y lo que es más grave, tales libros se venden a millares, por un tipo de lector que los adquiere, pensando encontrar en estos la revelación de grandes verdades:

¿Qué los adolescentes están impacientes por desarrollar su vida sexual? La sociedad de consumo les ofrece libros en los cuáles se afirma que la castidad es una represión, originada por un medievalismo moral. Se escribe que es imperante realizar ya la “revolución sexual”.

¿Qué en el cuerpo de la mujer despierta “por mala suerte” una vida? No falta quien, dejándose seducir por el argumento tan gastado de que se puede interrumpir el embarazo, compre un libro que proclame el aborto como un derecho de la mujer.

¿Qué los hijos no obedecen? ¡Pues que los padres dejen de mandarles! ¿Paraqué torturar a los pequeñuelos con órdenes?.

¿Qué el índice de alumnos reprobados es alto y éstos se rebelan contra la exigencia académica? Muy sencillo: que la aprobación sea automática… No resulta humano crear un ambiente de tensiones y desequilibrios mentales. No existen cosas que deben ser sabidas, es mucho más auténtico el libre aprendizaje, a través del que cada persona edifica su propia concepción sobre la realidad del universo, del hombre y de la ciencia.

¿Qué alguien quiere hacerse un profesional?  Nadie podrá impedirlo, habiéndose ya matriculado el alumno –tenga o no capacidad, haya o no estudiado, durante cuatro años en la universidad.

Todas estas ideas antidemocráticas son generalmente promovidas por gente fanática, que con tal de hacer un buen negocio, editan y hacen publicidad de los mencionados libros, socavando el sentido democrático del pueblo.

Lo sorprendente es que haya quien compre y lea esas tesis de seriedad aparente. Tal parece que los clientes de ideas tan peregrinas, prefieren equivocarse con la masa, a tener razón en contra de ella. Estos síntomas provienen de una idolátrica inversión de los valores, en la que va cayendo buena parte de nuestro pueblo..

Cuando se pierde el espíritu de servicio en una sociedad democrática, es porque se ha sobrevalorado la libertad individual con un menosprecio de la responsabilidad (capacidad de dar cuentas). No basta ser libres, es preciso usar responsablemente de nuestra libertad.

Cuando un ciudadano exige algo a la vida, sin preguntarse qué ofrece personalmente a la vida, es porque se desentiende de su responsabilidad de servicio para con la sociedad. Servicio que va más allá de la simple autorrealización o de la mera satisfacción del instinto. Y que se cifra en un ideal por el vale la pena vivir.

Por eso, cuando una nación pierde el espíritu de servicio deja de ser democrática y cede el paso a una autoridad pública que permite los peores excesos: la corrupción y la dictadura.

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Gabriel Martínez Navarrete

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