Julio Verne: El célebre novelista y profeta visionario

En pleno siglo XXI la obra literaria de Julio Verne sigue causando asombro, sorpresa e incluso incredulidad. Verne fue un autodidacta con una gran inclinación por las ciencias como la Física, la Química, la Geografía, Historia, el Cálculo, la Astronomía, el mundo submarino, la exploración de lugares recónditos, etc.

Fue un lector asiduo de estas materias. Sobre todo, sentía pasión por las máquinas y lo prometedoras que resultaban para soñar con el mundo futuro; y era, además, asombrosamente observador, intuitivo, con dotes extraordinarias para las deducciones lógicas.

Fue un eterno viajero y tomaba nota de todas las cosas interesantes que captaban su atención. Le fascinaba escudriñar lo desconocido para llegar a conclusiones lógicas y viables. Ya en el mismo siglo XIX sus obras tuvieron gran éxito y difusión.

Julio Verne nació en 1828, en Nantes, Francia y falleció en Amiens en 1905. En sus años universitarios estudió primero Letras y luego Derecho, por insistencia de su padre. Comenzó a trabajar en un bufete de abogados, pero le atrajo más la creación literaria, en especial, la ciencia ficción.

Recuerdo que en mis años de juventud leí su obra “La Isla Misteriosa” (1874) y reconozco que me atrapó y la leí de un tirón debido a su amenidad, su bien elaborado argumento, así como el ingenio de sus personajes para sobrevivir en esa inhabitada –en apariencia– isla misteriosa.

Sus libros más sobresalientes son: “Cinco Semanas en Globo” (1863), novela que lo lanzó a la fama; “Viaje al Centro de la Tierra” (1864); “De la Tierra a la Luna (1865), “Veinte Mil Leguas en Viaje Submarino” (1870), “La Vuelta al Mundo en Ochenta Días” (1872) y “Miguel Strogoff” (1876). Aunque escribió más de cien novelas de ciencia ficción y algunas obras de teatro.

Seguramente estos títulos nos resultan familiares, pero hay que remontarse a su época: no había submarinos eléctricos propulsado por baterías y él los imaginó perfectamente. Lo que él fantasea de su viaje en globo, se apega bastante a la realidad porque tenía conocimientos enciclopédicos y se rodeaba de amigos científicos.

Su primera obra “París en el Siglo XX” no fue publicada por su editor debido a que le pareció muy pesimista y negativa. Con las dos Guerras Mundiales que sufrió Francia en el siglo pasado, se comprueba que Julio Verne tenía razón en sus predicciones.

Otra visión futurista que tuvo, fue una especie de Internet que él le llamaba “Red Internacional de Comunicaciones”. Previó que en el futuro habría satélites, noticias audiovisuales y afirmó que las grandes ciudades tendrían trenes de alta velocidad. Relató también que se fabricaría un telescopio de cinco metros de diámetro, como efectivamente ha ocurrido y se encuentra en “El Monte Palomar”, Estados Unidos.

Predijo la creación de trajes de buzos con la finalidad de moverse con más facilidad y poder investigar en el fondo del mar, a bajas temperaturas. Se le ocurrió que los viajeros podían comer algas para sobrevivir.

En su novela “De la Tierra a la Luna” existen asombrosas similitudes con la realidad. Por ejemplo, escribió que la nave espacial despegaría desde el estado de Florida, Estados Unidos. Hay que tomar en cuenta que, por aquellos años, las potencias económicas y de desarrollo industrial eran Inglaterra y Francia. Los Estados Unidos no tenían todavía los adelantos que ahora observamos.

Además, otra predicción fue que viajarían tres astronautas como ocurrió con el Apolo XI en julio de 1969. Ambas naves tenían forma cónica y Verne calculó que su nave -que la bautizó con el nombre de ”Columbia”- tardaría cuatro días en llegar de la tierra a la Luna,. Curiosamente fue el mismo tiempo que realizó el Apolo XI al llegar a Selene, que en la mitología romana era la diosa Luna..

¿Y dónde alunizaron ambas naves? En “El Mar de la Tranquilidad”. ¿Cómo se explica esto? Porque Julio Verne se apoyó en las deducciones de varios astrónomos que llegaron a la conclusión que precisamente ése era el mejor lugar para llegar a la Luna, por sus condiciones geográficas.

Y de regreso a la Tierra, el punto preciso en el Océano Pacífico donde cayó en paracaídas con la cápsula del Apolo XI casi fue casi el mismo donde lo calculó el novelista.

Es evidente que Julio Verne no acertó con todas y cada una de sus predicciones, pero es admirable ese mundo imaginario que creó y que luego se asemejaría bastante a los sucesos y descubrimientos que sobrevinieron con el transcurso del tiempo.

Se han filmado numerosas películas sobre sus novelas, así como series de televisión. Me imagino que los lectores del siglo XIX, esbozarían una sonrisa al terminar de leer sus novelas., como pensando: “¡Qué fantasías tan vivas tiene este autor!”.

Julio Verne ha quedado para siempre como el prototipo del gran novelista visionario y un clásico de la ciencia ficción en la Literatura Universal.
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Raúl Espinoza Aguilera

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