El Fin de Año amerita un chequeo divino

Un profesor de la UNAM estaba desesperado con el ateísmo de sus alumnos, hasta que encontró y leyó el Capitulo 37 de Ezequiel: “1 Fue sobre mí la mano de Yavé, y llevóme Yavé fuera y me puso en medio de un campo que estaba lleno de huesos. 2 Hízome pasar por cerca de ellos todo en derredor, y vi que eran sobremanera numerosos sobre la haz del campo y enteramente secos. 3 Y me dijo: Hijo de hombre ¿revivirán estos huesos? Y yo respondí: Señor Yavé, tú los sabes. 4 Y Él me dijo: Hijo de hombre profetiza a estos huesos y diles: Huesos secos, oíd la palabra de Yavé. 5 Así dice el Señor, Yavé, a estos huesos: Yo voy a hacer entrar en vosotros el espíritu y viviréis; 6 y pondré sobre vosotros nervios, y os cubriré de carne, y extenderé sobre vosotros piel y os infundiré espíritu, y viviréis y sabréis que yo soy Yavé.” 7 Entonces profeticé yo como se me mandaba; y a mi profetizar se oyó un ruido, y hubo un agitarse y un acercarse huesos a huesos. 8 Miré y vi que vinieron nervios sobre ellos, y creció la carne y los cubrió la piel, pero no había en ellos espíritu. 9 Díjome entonces: profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así habla el Señor, Yavé: Ven ¡Oh espíritu!, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos huesos muertos, y vivirán. 10 Profeticé yo como se me mandaba, y entró en ellos el espíritu, y revivieron y se pusieron en pie, un ejercito grande en extremo”.

Este texto, dice, me hizo reflexionar, Si Dios puede reunir los huesos secos, y ponerles nervios, carne, piel e infundirles espíritu y darles vida nueva, ¿No podrá hacer lo mismo con los cadáveres espirituales que inundan nuestra sociedad? DESDE LUEGO QUE SÍ. Lo que el Señor requiere es que profeticemos, que anunciemos la Buena Nueva, el Evangelio, a nuestros conocidos, a nuestra familias, a nuestros compañeros de trabajo –a nosotros mismos- No nos desanimemos por que parecen estar muertos, insensibles a cualquier tipo de mensaje espiritual. Dios puede hacerlo, pero quiere hacerlo con nosotros, con nuestras bocas y con nuestras manos. Yavé podía revivir los huesos secos directamente, pero quiso hacerlo por medio del profeta Ezequiel. Así ahora, no creamos o esperemos que Dios actúe directamente, Él quiere hacerlo por medio de nosotros, quiere que seamos Su voz, Sus manos, Sus pies, para anunciar el Evangelio desde lo alto de los montes, en nuestros trabajos, en nuestras diversiones, con nuestros amigos –y con nuestros enemigos- para llevar la Buena Nueva precisamente a esos cadáveres espirituales que están sedientos de la palabra de vida eterna, aunque no lo sepan; pero todos aquellos que la reciban, compartirán con nosotros –eso esperamos- el premio prometido por el Hijo para los que fueron fieles a Su palabra: “… Venid Benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo” (Mt 25, 34).

Llega el fin de año y hay que hacerse un CHEQUEO DIVINO:

Fui a la clínica del Señor a hacerme una revisión de rutina y constaté que estaba enfermo: Cuando Jesús me tomó la presión, vio que estaba bajo de ternura. Al medirme la temperatura, el termómetro registró 40º de ansiedad. Me hizo un electrocardiograma y el diagnóstico fue que necesitaba varios bypases de amor, porque mis arterias estaban bloqueadas de soledad y no abastecían a mi corazón vacío. Pasé a ortopedia, ya que no podía caminar al lado de mi hermano, y tampoco podía dar un abrazo fraternal porque me había fracturado al tropezar con la envidia.

También me encontró miopía, ya que no podía ver más allá de las cosas negativas de mi prójimo. Cuando me quejé de sordera, Jesús me diagnosticó que había dejado de escuchar su voz cada día.

Es por esto que hoy Jesús me ha dado una consulta gratuita y gracias a su gran misericordia, prometo que al salir de esta clínica tomaré solamente los medicamentos naturales que me recetó a través de su verdad:

Remedios:

* Al levantarme, beber un vaso de agradecimiento.
* Al llegar al trabajo, tomar una cucharada de paz.
* A cada hora, ingerir un comprimido de paciencia y una copa de humanidad.
* Al llegar a casa, inyectarme una dosis de amor.
* Y antes de acostarme, tomar dos cápsulas de conciencia tranquila.

No te deprimas ni te desesperes ante lo que estás viviendo hoy. Dios sabe cómo te sientes. Dios sabe perfectamente qué es lo que está permitiendo en tu vida, justamente en estos momentos.

El propósito de Dios para contigo es admirablemente perfecto; Él desea mostrarte muchas cosas que solamente comprenderías estando en el lugar donde actualmente estás ahora y en la condición que vives en dicho lugar. (Anónimo).

Por lo tanto:

Cuenta tus bendiciones en vez de tus cruces
Cuenta tus logros en vez de tus pérdidas
Cuenta tus alegrías en vez de tus penas
Cuenta tus familiares en vez de tus amigos y
Cuenta tus amigos en vez de tus enemigos
Cuenta tus sonrisas en lugar de tus lágrimas
Cuenta tu coraje en vez de tus temores
Cuenta tus años plenos en vez de los vacíos
Cuenta tu salud en vez de tu riqueza
Cuenta con «Dios» en vez de contigo mismo

Que no nos pase nada inadvertido de lo que Dios hace en nosotros y a través de nosotros. Con eso podremos permanecer en una continua acción de gracias.

El entonces Cardenal Ratzinger hablaba del “cambio inútil”. Que es aquel que dice: “Que me cambien de trabajo”, “Espero que cambien mis circunstancias para yo cambiar”. Y la persona sigue siendo la misma. El cambio verdadero es el cambio del corazón, el cambio de actitud. Que yo me alegre de lo que hay.

Si la felicidad eterna se va a alcanzar por el amor de Dios, también la terrena. El ser humano sólo es feliz cuando ama a Dios y a los demás, y la fuerza para ella la da la oración. Cuando una persona no se entrega voluntariamente, su entrega se va desvirtuando, entonces hay dos caminos: a) o se quiere liberar de aquello que quita libertad, o b) se cae en el acostumbramiento, en la rutina. Se pierde ilusión de amar, de crecer, de asumir lo que libremente se ha elegido.
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Rebeca Reynaud

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