El duradero encanto del populismo

Contra todas las previsiones, los populismos tienen una larga existencia. En muchos casos, sus opositores no encuentran la argumentación convincente para que la ciudadanía perciba las falacias populistas. De poco sirve señalar sus fallas e incongruencias: lo que se necesita son enfoques novedosos a los temas que le importan a la sociedad

Es muy interesante ver que los populismos, en particular en América Latina, gozan de una larga vida, que no siempre se explica fácilmente. En concreto estamos viviendo la resurrección del peronismo en Argentina.

Juan Domingo Perón, político y militar argentino, asume el poder en ese país en 1946, es derrocado en 1955, regresa al poder en 1973 y muere en 1974. Su sucesora, Isabelita, toma el poder hasta 1976. Sin embargo, el peronismo sigue sin Perón y sus ideas continúan con Menem, Kirchner, su viuda Cristina de Kirchner y próximamente tomará el poder Alberto Fernández, teniendo como vicepresidente a la propia Cristina quien, por cierto, tiene varios procesos judiciales pendientes.

Han pasado 73 años del primer gobierno de Juan Domingo Perón y el pueblo argentino ha seguido eligiendo una y otra vez a esa misma doctrina política. Y eso, a pesar de que han tenido severas dificultades. En general,  sus elecciones han sido razonablemente limpias, no así sus gobiernos. Han tenido múltiples problemas de corrupción, han pasado por períodos de altísima inflación, han caído de tener un nivel económico comparable con las naciones europeas, de ser una de las diez economías más grandes del mundo, a ocupar un lugar muy inferior, el número 73. Y, sin embargo, la ciudadanía los sigue eligiendo.

Probablemente es el caso más notorio de un populismo que ha fracasado una y otra vez y que, sin embargo, sigue contando con un apoyo muy importante de los ciudadanos de ese país. Y su caso no es el único. Lo encontramos en el chavismo y el post chavismo, que ya lleva gobernando Venezuela 20 años, y por supuesto el caso de Evo Morales, que está cumpliendo 13 años en el gobierno y que, salvo que ocurra algo verdaderamente extraordinario, seguirá gobernando. Todos ellos llegaron al poder democráticamente y, una vez ahí, se han aferrado al mismo por todos los medios. Y siguen contando con apoyo ciudadano.

¿Cómo es posible que gobiernos que han fracasado tan estrepitosamente sigan siendo apoyados por la ciudadanía? Claramente, no podemos aceptar la teoría de que sus pueblos son tontos. Sócrates veía a los pueblos como el ejemplo vivo de una de las grandes dificultades de la democracia: la facilidad como puede convertirse en demagogia. Y, por cierto, Sócrates pago con su vida el sostener esta explicación.

Pasando a nuestra Patria: la oposición sigue sin explicarse como, a pesar de que se ha demostrado la insuficiencia del gobierno de MORENA, las encuestas siguen mostrando que la mayoría de la ciudadanía sigue creyendo en que el país está bien gobernado. Se han explicado hasta el cansancio las fallas de sus decisiones, se tiene un estancamiento económico y no hay soluciones claras en los temas energético, de salud, de manera muy importante el de la violencia y muchos otros más. Y, sin embargo…

Es claro que la oposición en los países que he mencionado y, posiblemente en México, no ha logrado capturar el corazón y la mente de la mayoría de los ciudadanos. Sí, podrán hablar en México de que tenemos 30 millones de ignorantes que eligieron a un gobernante inadecuado. Pero no han logrado convencer a la ciudadanía de que ellos lo harían mejor. Cabría preguntarse: ¿será que no tienen argumentos con suficiente peso como para convencer a los ciudadanos? ¿Será acaso que cuando tuvieron los recursos y el poder no se ocuparon de educar a la ciudadanía de manera que tuviera mejor visión política y de gobierno para que pudieran elegir a mejores gobernantes?

No tenemos una respuesta. Si la historia nos da alguna lección, podría ser que sigamos teniendo un gobierno morenista, aún en ausencia de Andrés Manuel López Obrador. Los populismos, y su historia lo demuestra, son extraordinariamente resistentes. Se niegan a morir; renacen una y otra vez desde sus cenizas. Probablemente porque la ciudadanía no quiere volver a la situación que nos dieron los gobiernos que nos rigieron a en el siglo XX y el inicio del XXI. La a oposición ofrece poco y lo poco que proponen es una vuelta a la situación anterior.

No hay una propuesta nueva en materia económica, de salud, de educación, de pacificación del país, de combate a la corrupción, que son los temas que más le interesan al ciudadano común. Si la oposición sólo consigue convencer a los que ya están convencidos de sus postulados, es posible que en nosotros se repitan esos largos períodos de populismo que parecen no tener fin.
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Antonio Maza Pereda

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