El descanso es parte de la vida

El descanso, por definición, es pausa en el trabajo o en otra actividad para reponerse del cansancio. Es descanso proporciona tranquilidad o alivio de una preocupación o dolor.

¿Cuál es mi actitud ante el descanso?… Todos necesitamos descansar para tener una vida equilibrada. Existen dos extremos en el descanso: uno, consiste en descuidarlo o despreciarlo, pensando que no se necesita, o que descansar es falta de fortaleza. Despreciar el descanso implica no conocer la condición humana. Algunas veces puede ser una forma de soberbia o de desorden. No se nos va a juzgar por el número de cosas hechas, sino por el amor a Dios y al prójimo puesto en ellas. Otro extremo consiste en excederse en el descanso.

Hay que aprender a descansar, primero en Dios, quien nos dice: “Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo los aliviaré” (Mateo 11, 28). El libro del Génesis dice que Dios descansó el séptimo día. El descanso forma parte del designio divino, y en esto Dios quiere que lo imitemos: “Seis días trabajarás, pero el séptimo día es de descanso” (Éxodo 20,10). El descanso está íntimamente unido al culto divino y a la santificación.

Tras una excesiva irritabilidad o susceptibilidad, hay cansancio.

Don Julián Herranz escribe: “Descansar, nos decía, es un acto de caridad con los que viven con nosotros, porque los que no son capaces de soportarse a sí mismos acaban volviendo incapaces a los demás de soportarlos a ellos”.

No se debe identificar el descanso con la inactividad. Descansar implica cambiar de ocupación: leer, hacer deporte, visitar un museo, tomar un curso, estudiar, practicar un arte, dibujo, canto, pintura… Las posibilidades son innumerables. Muchos necesitan ir al campo para descansar. Otros descansan visitando centros comerciales o viendo películas. Por cierto, la de Los Miserables (musical), es óptima

En algunos ambientes la diversión es la meta de la existencia. Muchos jóvenes no se saben divertir y, por imitar a otros, beben mucho. Como dice Cantinflas: “Para las muchas penas, las copas llenas. Para las penas pocas, llenas las copas”. Otros, matan el tiempo. Dice Cantinflas: “Trato de matar el tiempo antes de que el tiempo me mate a mí”. Es necesario tener iniciativas y pasarla bien con cosas sencillas.

En algunos ambientes la diversión es la meta de la existencia. Muchos jóvenes no se saben divertir y, por imitar a otros o porque es la moda, beben mucho. Como dice Cantinflas: “Para las muchas penas, las copas llenas. Para las penas pocas, llenas las copas”. Otros, matan el tiempo. Dice Cantinflas: “Trato de matar el tiempo antes de que el tiempo me mate a mí”. Es necesario tener iniciativas y pasarla bien con cosas sencillas.

Jesús les dijo a sus apóstoles: “Venid, retirémonos a un lugar desierto para que descanséis un poco, pues eran muchos los que iban y venían y no tenían tiempo ni para comer. Se marcharon pues, en la barca, a un lugar apartado” (Marcos 6, 30-31). Y ahora muchos van a descansar a lugares ruidosos. Luego regresan más cansados de lo que se fueron.

Escribe Benedicto XVI: “No perdemos nuestro tiempo libre si se lo ofrecemos a Dios. Si Dios entra en nuestro tiempo, todo el tiempo se hace más grande, más amplio, más rico” (15 agosto 2005)… A veces se piensa que una persona que no peca nunca es básicamente aburrida, a la que le falta algo en su vida. Creemos que negociar un poco con el mal, reservándonos cierto grado de libertad contra Dios, es algo bueno, tal vez incluso necesario. Pero si miramos al mundo, no es así. El mal siempre envenena. No sublima al hombre, lo degrada y humilla, dijo Benedicto XVI en una fiesta de la Inmaculada Concepción. En realidad, lo aburrido es vivir sin Dios.

Escribe Benedicto XVI: “Un hombre que sea privado de toda fatiga y transportado a la tierra prometida de sus sueños pierde su autenticidad. En realidad el hombre no es salvado sino a través de la aceptación de los propios  sufrimientos y de los sufrimientos del mundo, que encuentran su sentido liberador en la pasión del Señor” (¿Por qué soy todavía cristiano?, p. 109).

G. K. Chesterton decía: “Si no podemos hacer que los hombres vuelvan a gozar de la vida ordinaria que los modernos llaman insípida, toda nuestra civilización estará en ruinas dentro de unos años…Si no podemos hacer interesantes tal cual son, el amanecer, el pan de cada día y la creación mediante el trabajo corriente, la fatiga caerá sobre nuestra civilización como una enfermedad mortal. Así murió la civilización antigua: de pan y circo, y de olvido de los dioses del hogar”.

La eterna canción sobre lo extraordinario de las cosas ordinarias de Chesterton le llevaba a afirmar: “No está en distanciarse de la vida el secreto que todos buscamos, el secreto de gozar de la vida. Estoy completamente seguro de que nuestro mundo terminará en la desesperación si no conseguimos hacer que nuestra mente, los pensamientos corrientes que tenemos en los momentos ordinarios, sean más sanos y más felices de lo que parecen ahora, a juzgar por la mayoría de novelas y poemas modernos”.

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