Ahora Cataluña debe mostrar su rostro español

Con la aplicación del Artículo 155 Constitucional y la destitución de las autoridades que estaban al frente de la Generalitat de Cataluña, aparentemente ha concluido una crisis que, durante meses, tuvo en vilo a España entera.

Carles Puigdemont y su pandilla han quedado en el peor de los ridículos e incluso se cierne sobre ellos la posibilidad de ser condenados a purgar largas penas de prisión.

Cuando ellos creían que la totalidad de los catalanes se pondría en pie para aclamarlos como redentores e incluso hacer resistencia al gobierno central de Madrid, con gran pesar vieron cómo ocurrió exactamente al revés.

Fueron miles quienes, en las principales calles de Barcelona, salieron a las calles lanzando vivas a España, ostentándose orgullosamente como españoles.

Aquellas banderas y aclamaciones a la unidad de España mucho recuerdan a los mítines de FUERZA NUEVA en los que Blas Piñar mucho insistía en que España, por razones históricas, es una nación indivisible.

No hay mal que por bien no venga, y en todo este sainete catalán -que, de haber vivido Fernando Vizcaíno Casas, le hubiera dado tema para una magnífica novela- pueden sacarse muchos frutos.

El primero de ellos que, en cualquier parte de España, cualquiera podrá salir ya a la calle enarbolando la bandera roja y gualda. Quedan atrás aquellos complejos en los cuales, tanto en Cataluña como en Vascongadas, portar la bandera de España era casi una vergüenza y podía ser causa de agresiones.

Gracias al sainete entonado por Puigdemont y actores que le acompañan, ahora habrá de darse el efecto contrario: La bandera española será motivo de orgullo y no de vergüenza.

Otro fruto muy importante será que, gracias a la manera como se resolvió el problema, se logra que separatistas vascos e incluso gallegos (si acaso los hay) sientan cómo se les congela la sangre y, ni de broma, estarán dispuestos a emprender una aventura que los dejaría en ridículo.

Una encuesta levantada a las pocas horas de la aplicación del Artículo 155 mostró cómo el 48% de los catalanes se sienten españoles y están a favor de la unidad de España.

Ahora bien, el pensamiento sin la acción resulta estéril y de nada sirven los buenos propósitos si no se llevan a la práctica.

Decimos esto porque, ante la gravedad de lo ocurrido -muchas empresas se fueron de Cataluña provocando una crisis económica- es necesario que los catalanes decidan poner cada cosa en su lugar.

Y para ello es necesario que el día en que habrán de elegir a sus nuevos representantes (el 21 de diciembre) los catalanes acudan a votar, ya que de nada sirve salir a las calles agitando banderas españolas, si el día de las elecciones prefieren quedarse cómodamente en sus casas.

Mucha de la culpa de lo que ha ocurrido la tienen miles de catalanes que, con su abstención, permitieron que resultasen vencedores los elementos más radicales.

Ante el espectáculo que presentaban las principales avenidas de la Ciudad Condal luciendo con orgullo banderas españolas y, ante lo que dicen las encuestas, todo hace suponer que quienes rechazan a los radicales son la inmensa mayoría.

Repetimos: No basta con agitar banderas, entonar a coro la canción de Manolo Escobar “¡Que viva España!” y decir que son españoles de tiempo completo. Es necesario demostrarlo.

Es necesario dar un paso adelante: Acudir a votar el 21 de diciembre y, por medio del voto, manifestar cuál es su voluntad.

Si así lo hiciesen, es casi seguro que los separatistas radicales quedarán reducidos a su mínima expresión, que Cataluña presentará su auténtico rostro español y que de esta manera regresen los bancos y empresas que salieron huyendo.

Todo depende de que los catalanes voten el 21 de diciembre.

redaccion.nuevavision@gmail.com

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