«Tragedia y Crisol del Sacerdocio en México»

Hace dos décadas, algunos periodistas se dieron a la tarea de seguir las agresiones y asesinatos en contra de ministros de culto católico en México, crímenes que, en su mayoría, destacan por el sadismo y cruel violencia al grado de la demencia.

Fruto de esas investigaciones son los Informes anuales que el Centro Católico Multimedial presenta cada año, y que hoy son recopilados en el libro «Tragedia y Crisol del Sacerdocio en México», que será presentado este martes 6 de febrero en las instalaciones del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC) por el Obispo de Cuernavaca, Monseñor Ramón Castro Castro.

Realizado en coedición con Ayuda a la Iglesia Necesitada ACN México, para muchos, se trata de un libro útil, necesario para no perder la memoria y no hacer de la violencia algo normal, así como para advertir la dolorosa pasión de México, otrora patria de valores y sólidos cimientos religiosos, que parece comprometer su futuro inmediato.

Claro, para otros, este libro sólo trata de calificar a este fenómeno con el adjetivo de «neopersecución». No obstante, abundar en sus páginas no deja indiferente al lector sobre este delirio que ataca a la Iglesia, por ser de las instituciones con alta credibilidad y confianza en el pueblo.

El documento no justifica una persecución por odio a la fe ni quiere imponer la idea de nuevos mártires, pero trata de demostrar cómo «las diversas caras de la violencia» mutan continuamente para que, desde los prejuicios, la calumnia, el odio, la mentira, el dolor y la muerte, se trate de intimidar a los agentes de evangelización, obispos, sacerdotes, laicos y religiosos.

La segunda parte de este documento destaca cómo esta agresión a la Iglesia se prolonga en los ataques y robos que sufren muchos templos católicos a lo largo y ancho del territorio nacional.

El título ofrece argumentos esenciales. Llamarlo Tragedia es por razones  evidentes, cualquier muerte lo es, ningún ser humano merece morir a manos de otro sojuzgado y sometido bajo inauditas y demenciales circunstancias.

Es Tragedia porque arrebatar la vida del otro es, sencillamente, la demostración de un poder ilegítimo y reprobable, el ser humano convertido en el lobo del hombre.

Asimismo, es Crisol, porque en el crisol de la amargura se forja y purifica cualquier condición, llegar a un punto de inflexión para hacer nuevas las cosas y corregir las sendas torcidas.

Y es justo lo que cita Monseñor Ramón Castro Castro, quien ha vivido en carne propia estos signos y que escribe en este libro: «El Caín de la posmodernidad ejerce la mayor violencia contra el Abel actual. No son extraños contra extraños. Son hermanos contra hermanos, hijos contra padres, ovejas contra pastores… entender las vicisitudes por las que ha atravesado nuestro país nos ayuda a colocar en perspectiva el bellísimo acontecimiento de la bondad incrustada en el corazón de muchos mexicanos…»

En efecto, son momentos de prueba que pasan por el crisol de la aflicción y sufrimiento (Is 48,10) y del cual surgen muchas preguntas que implican nuestra misma existencia: ¿Cuándo comenzó esta descomposición? ¿Qué dejamos de hacer? ¿Cómo podría terminar este estado mental sino en la guerra?

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