La pareja que construye una familia necesita un “Plan de familia”

En el artículo anterior se explicó que los miembros de una pareja unida en matrimonio son los arquitectos naturales de la familia. Cabe señalar que, en la mayoría de los casos, en la cultura occidental el matrimonio se da por amor. Y entonces, ¿por qué tantos divorcios si “el amor está en el aire”?… ¡Pues es que lo que está faltando son buenas dosis de inteligencia, de conciencia, y de humildad! Así como, interés y esfuerzo para desarrollar las competencias que sean necesarias para “hacer que se dé el amor y que no se acabe».

Por tanto, tras formalizar su relación, como en cualquier empresa, deberían de aterrizar su “plan de negocio” para poderlo revisar y evaluar continuamente. Éste debe incluir su misión, su visión, sus valores y sus objetivos, y recalco la palabra “su”, ya que debe ser “suyo”. ¡Vaya! Que no sirve copiar el de los vecinos ejemplares ni el de tus bisabuelos que lograron festejar sus bodas de oro.

Además, éste debería incluir su “presupuesto”, no sólo económico, sino, principalmente, de “lo que se tiene y no se tiene” a nivel humano. Es fundamental saber y reconocer con qué se cuenta como individuos y como pareja, en cuanto a fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas.

Lo anterior para alcanzar la aceptación incondicional mutua y poder favorecer un trabajo constante y perseverante de crecimiento para facilitar la convivencia y el fortalecimiento del vínculo.

Si bien es cierto que la pareja necesita trabajar en equipo y desarrollar habilidades de negociación y conciliación entre otras, ninguna habilidad o estrategia será suficiente si no cultivan su amor día a día y siempre tienen a Dios en el centro de sus vidas y su matrimonio.

Sólo el amor, que incluye
la verdad, la fe, la esperanza, la humildad, el perdón y los sacrificios,
es capaz de lograr sacar adelante este gran proyecto.

Generalmente, durante el noviazgo se idealiza el amor, quedando reducido a sueños. Sueños que se conforman con soñar con la boda ideal y lógicamente con el amor eterno que “se dará”, así como así, por añadidura. Sueños que se avivan al soñar con “tener hijitos” y con formar una familia ”linda”.

Sin embargo, bien se dice que los sueños, sueños son. Es importante poner los pies en la tierra para diseñar un proyecto sólido y viable que ponga los medios para hacer realidad los sueños y que sepa aceptar y enfrentar la realidad, aunque no se ajuste a los sueños románticos.

Definitivamente, una familia no se puede construir entre nubes y cupidos revoloteando, sin utilizar el cerebro y la voluntad, entre otras cosas.

Por tanto, no cabe duda de que un Plan de Familia es de gran ayuda para tener claro a dónde quieren llegar y cómo. El no planear y el no prever aumenta las posibilidades de fracaso. De hecho, una gran mayoría de fracasos matrimoniales son resultado de amores idealistas inmaduros, que creen que con la boda se acaba el cuento con un “y fueron felices por siempre” y que basta desear ser felices para comer perdices.

Sin embargo, para que el amor “fluya” no es suficiente esperar a que eso suceda por arte de magia, no basta tener buena voluntad, muchas buenas intenciones e ilusiones. No, en realidad con eso no basta ni para el arranque…

El amor exige mucho más que sentir maripositas y pasarla muy bien. Exige pensar, decidir, comunicarse y sacrificarse.

Así que la primera tarea fundamental a realizar antes de casarse es tirar a la basura las expectativas irreales que se tienen sobre el amor y el matrimonio; y en segundo lugar, ser honestos para reconocer y expresar con claridad y asertividad las necesidades y expectativas personales.

Ahora bien, evidentemente el Plan de Familia no es el proyecto final de la obra a realizar ni garantiza el “éxito”. La “construcción” de una familia dura toda una vida y obviamente surgen imprevistos que exigen realizar modificaciones al plan original e irse adaptando a la realidad y circunstancias que se presenten.

No obstante, con plano en mano y habiendo hecho los cálculos y previsiones necesarias, se pueden poner cimientos sólidos para luego ir levantando la “obra” negra, gris y blanca… Eso sí, descubrirás que tu “obra” –“tu familia”– “nunca está terminada”. Al igual que en una casa, siempre hay algo por hacer, una aventura nueva que recorrer…

“El amor es una realidad viva:
o lo estás alimentando y lo haces crecer, o lo matas

Hay que dedicar cada día unos minutos a pensar
qué detalles de cariño vas a tener con tu cónyuge;
entender tu matrimonio como la gran aventura de tu vida,
algo que te ilusiona y que debes defender, porque no estás seguro del final”.
– Tomás Melendo

@equilibrium4mom
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