Iniciativa promueve castidad y matrimonio en una escuela de México

A Claudia, una señora que se fue a vivir a Morelos, la invitó otra señora a unas clases de vida cristiana. Acudió varias veces. Al llegar a su casa, durante la cena, le contaba a su esposo sobre lo escuchado. Un día le dijo al marido que no iba a ir a clase porque tenía que lavar trastes. El esposo le dijo: “Tú me dijiste que hay que distinguir entre lo importante y lo urgente, esto es importante. Así que vete”.

Empezó a estudiar y al poco tiempo le pidieron ser la directora de una escuela. Empezó a trabajar en agosto, y en septiembre fue el temblor en el estado de Morelos. Organizó todo para distribuir bienes y comida, y para ayudar a una profesora que se le cayó su casa. Empezaron a llegar muchas cosas desde la Ciudad de México. Le preguntaron a Claudia: «¿Qué necesitas?» Y ella dijo: “manos, porque han llegado muchas cosas”.

La directora y un sacerdote han hecho mancuerna, de la que surgió una iniciativa para mejorar el carácter y evitar problemas evitables: “¿Por qué no hacemos una ceremonia para que la alumna del nivel de Preparatoria que quiera, se comprometa a vivir la abstinencia hasta el matrimonio, a través de un anillo?”.

Se aceptó como una muy buena idea y así lo comunicaron al alumnado. Les explicaron a las jovencitas que el amor verdadero sabe esperar, que el matrimonio es maravilloso, y es mejor llegar a él sin experiencias previas de intimidad. Llegó el día y no sabían quién iba a aparecer en la ceremonia. Fueron llegando poco a poco, hasta que se juntó toda la generación y recibieron su anillo.

En otro momento, vieron que la asistencia a la Misa dominical era baja; observaron que la causa era que muchos padres de familia no estaban casados. Decidieron organizar una redada de matrimonios. Hicieron una circular bien redactada. Las niñas iban a animar a sus papás a casarse. Se hizo un curso prematrimonial, se presentaron ochenta parejas. Se vio que 39 se podían casar porque tenían las condiciones. La directora impartió la parte antropológica y el Padre la parte sacramentaria. El párroco de la zona les dio su venia y ayudó con todos los papeles parroquiales. Los matrimonios estaban emocionados. Se les hizo un retiro.

Claudia reunió a los esposos y les dijo que debían proponerle matrimonio a sus esposas, para que supieran si estaban dispuestas a casarse; que podían hincarse, ponerles una canción, o como quisieran.

Ellos se pusieron nerviosos. Y Claudia les dijo: “Y me van a decir si lo hicieron”.

Una de ellas dijo que estaba emocionada cuando su varón le preguntó que si deseaba casarse con él, pues siempre había soñado que le propusieran matrimonio. Todas las señoras estaban felices.

Las maestras ayudaron a llevar lo necesario para la boda, de modo que no gastaron casi nada. Muchos recibieron otros sacramentos y estaban verdaderamente contentos, pues las obras que dan felicidad son las de fe, esperanza y caridad.

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Martha Morales

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