El valor de las virtudes humanas. El Optimismo

20.- Optimismo

Es el hábito de actuar con entusiasmo para que las cosas buenas acontezcan.

Este sentimiento llega a ser virtud cuando se refleja en un actuar prudente y ordenado para conseguir el bien común; y ejemplo de ello es el siguiente caso:

Apolo XIII: De las más exitosas misiones de la NASA

Tal vez Ud., mi estimado lector, esboce una leve sonrisa al leer el anterior título, pues el objetivo de esta misión era colocar al 5° y 6° hombre en la Luna y fracasó, pues no se alcanzó el objetivo debido a una falla mecánica.

Sin embargo, Apolo XIII ha sido la única misión llevada a la cinematografía; además, las palabras más famosas pronunciadas por un hombre en el espacio son: “Houston we have a problem”, que fueron dichas en la misión Apolo XIII y trascendieron fronteras e idiomas.

Los astronautas de la misión fueron James Lovell (comandante de la misión), John Swigent (piloto del módulo de mando) y Frad W. Harse (piloto del módulo lunar). Ellos, junto con los cientos de científicos, ingenieros y trabajadores del centro espacial de Houston, protagonizaron uno de los mayores logros intelectuales de la historia, ya que bajo una presión tremenda (tres vidas humanas en juego) y sin antecedente alguno, el 100% de las decisiones fueron correctas, contando con la información disponible y los recursos existentes a más de 350,000 Km. de la Tierra. De hecho, este gran logro ha sido objeto de estudio y caso real propuesto para la materia de Toma de Decisiones en los cursos de post-grado de las más prestigiosas universidades del mundo.

Sí se hace un análisis profundo e integral de la misión, también se debe valorar lo que los creyentes llamamos “La Mano de Dios” y los no creyentes llaman “suerte”.

Este hecho se puede apreciar cuando, unos días antes del despegue, Kenneth Mattingly (Ken) era el piloto originalmente asignado al módulo de mando para esta misión. Ken se sabía de memoria el nombre, posición, funcionalidad y alcances de cada botón, palanca, manivela, perilla y medidor del módulo de mando.

Resulta ser que Ken había estado expuesto al sarampión, y como él no había padecido de niño esa enfermedad, el médico en jefe de la misión pidió vehementemente que fuera sustituido por el piloto de reserva, que resultó ser John Swigent. Tras la falla, Ken se pasó muchas horas en el simulador para dar la secuencia correcta del regreso a la tierra del Apolo XIII. Si Ken hubiese ido al espacio, tal vez nadie hubiese podido encontrar los 4 Amperios que le faltaban a la cápsula para aterrizar. Ken nunca enfermó de sarampión.

Cabe señalar que no era la primera vez que “La Mano de Dios” tocaba al comandante James Lovell, pues en una entrevista por TV semanas antes de la misión, narraba que tiempo atrás, en la guerra de Vietnam, regresaba a su portaaviones de una misión de combate en una noche muy obscura, sin luna ni estrellas. Por razones de seguridad, el portaviones navegaba con luces mínimas no visibles a distancia media, y solamente al acercarse algún avión e identificándose correctamente, iluminaban la pista para aterrizajes nocturnos.

Al llegar al lugar estimado por Lovell para encontrar su portaaviones, éste no estaba ahí. De repente, el avión se apagó, quedando todo en total obscuridad. Después del susto inicial y pensando qué podía hacer, Lovell miró hacia abajo y pudo distinguir la estela del portaaviones por la tenue luminiscencia ocasionada por unas algas (Noctiluca Scintillans) que se iluminan por el golpe de agua de las hélices del portaaviones. Sólo unos cuantos segundos después, el avión se volvió a prender, y siguiendo la estela iluminada por las algas, en breves minutos Lovell localizó y aterrizó sano y salvo en su portaaviones.

Los mecánicos jamás pudieron identificar la falla en el avión. Lovell declaró que si no es por ese apagón, él no hubiese podido ver la tenue luz de las algas y localizar al portaaviones.

Un gran optimista, san Josemaría Escrivá de Balaguer (fundador del Opus Dei), defendió toda su vida que para los hijos de Dios que actúan correctamente, no suceden cosas malas, sino que todo entra en un plan divino para lograr la salvación. Así lo señala en su libro CAMINO en el párrafo 404 que a la letra dice:

¡Has fracasado!-Nosotros no fracasamos nunca.-Pusiste del todo tu confianza en Dios.-No perdonaste, luego, ningún medio humano.

Convéncete de esta verdad: el éxito tuyo -ahora y en esto- era fracasar. –Da gracias al Señor y ¡a comenzar de nuevo!

En mis palabras: Échale todas las ganas a tu proyecto, ponlo en manos de Dios, y sea cual fuere el resultado, ten por seguro que es lo mejor que te pudo suceder.

¿Quieres saber de las virtudes que hemos comentado? Aquí las tienes

 

Castidad

Magnanimidad

Humildad

Perseverancia

 Constancia

Sencillez

Ahorro

Honestidad

Pudor

Lealtad

Fidelidad

Honradez

Sobriedad

Fortaleza

Amor

Orden

Templanza

Justicia

Prudencia

redaccion.nuevavision@gmail.com

2 comentarios en «El valor de las virtudes humanas. El Optimismo»

    • el 28 febrero, 2018 a las 1:28 pm
      Enlace permanente

      Gracias estimada Teresa por tu comentario. Te invitamos a seguir leyendo y compartiendo las reflexiones de nuestros articulistas.

      Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *